La familia Yupa visitó el jueves pasado la gruta. Ellos agradecieron por los favores recibidos durante el año pasado. Xavier Caivinagua/EL COMERCIO
La urna del señor de Belén, ubicada en la parroquia cuencana de Turi, es visitada por decenas de indígenas y campesinos de Cañar. Para ellos es la protectora de sus cultivos y los campos.
La imagen de Jesús tallada en piedra reposa en una especie de cueva. Los devotos dicen que hace más de 100 años un grupo de niños indígenas encontró allí un crucifijo que ahora reposa en el templo.
En esa ocasión lo asociaron con el nacimiento de Jesús en Belén, y desde entonces lo relacionan como el protector de los campos. Cada año, José Pumancela llega para agradecer a esa imagen por sus cultivos.
Llevó una bolita de lana de sus borregos y lo amarró en las rejas de hierro que protegen la urna. Esa una práctica común, por ello los barrotes están llenos de pelaje y huesos de animales, plumas de aves, granos y fotografías de personas, fundas o hilos.
Para llegar a la urna es necesario subir a la loma por un camino de piedra que tiene 42 escalones. Atrás de la peña está la cueva donde también se destacan las imágenes de Cristo Crucificado y Resucitado. También hay otras de Jesús, José y María y existen espacios para encender las velas.
El párroco de Turi, Glauco Torres, señaló que la mayoría de devotos es indígena cañarense, que llegan desde finales de diciembre e inicios de enero para agradecer por el trabajo y protección de la familia. “También piden que les sigan bendiciendo con buenas cosechas en el nuevo año”.