Un canal hecho por la comunidad

Luis Remache atiende los domingos en la oficina de la Junta General de Regantes, en el centro de Licto. En esta parroquia del cantón Riobamba (Chimborazo), el indígena recauda de los agricultores USD 10 anuales por el agua con la que irrigan sus cultivos de papas, maíz, arveja, quinua, ajo y otros. En una máquina de escribir manual registra a los beneficiarios del Sistema de Riego Guarguallá-Licto. Este canal es uno de los más grandes de la Sierra Centro. Mide 27 kilómetros de largo. Además, tiene cuatro sifones que transportan el líquido, a través de tubos de más de 5 kilómetros, hacia comunidades lejanas al otro lado del río Guarguallá.En la actualidad se benefician 21 comunidades. Hay cerca de 1 300 beneficiarios. El canal proporciona 800 litros de agua en invierno y 1300 en verano. Riega 2 000 hectáreas. En Licto, en la vía a Chambo, viven 10 000 habitantes en más de 30 comunidades, en su mayoría indígenas. Ahí las casas son de adobe y techo de teja roja. El canal se inicia por el sector de Santa Rosa, en la parte más alta de las montañas, a una hora del centro de Licto. En el camino aparecen los cultivos de quinua. También hay chacras de maíz. José Muyolema vive cerca de ahí. Camina con su mula cargada de hierba para sus ovejas. Es beneficiario hace cerca de tres años y desde entonces su producción se duplicó. Cultiva papas, ajo y pasto. Él es uno de los encargados de verificar el estado del sistema. “Aquí todos colaboramos por igual, para verificar que no esté tapado el canal y que esté limpio”.Manuel Chafla, oriundo de la comunidad Guanglur, fue dirigente de la Junta de Regantes del Sistema Guarguallá- Licto antes de su inauguración en el 2002. El agricultor dice que en Licto y sus alrededores casi no llueve. Antes de que se construyera el canal, unos tomaban el agua que baja de los páramos y dejaban a otros sin riego. “Ahora no pasa eso”. El canal es administrado por la comunidad. Cada dos años eligen un Directorio. Todos los campesinos que son parte del proyecto deben participar en las mingas, vigilar y limpiar el canal.La agricultores trabajaron en la construcción del sistema desde los 70. “Con pala y azadón en mano caminábamos por más de una hora y media hasta el páramo para cavar las zanjas. En ese entonces éramos pocos los que creíamos que sería una realidad”. Por casi dos décadas cavaron el canal, pero no tenían fondos suficientes para terminarlo. El agricultor cuenta que fue muy complicado el trabajo. “La caminata era larga y con las herramientas no podíamos llevar mucho para comer”. Trabajaban de 12 a 14 horas diarias y se alimentaban de papas, choclo cocinado, tostado y algunas verduras.Desde el 2002, el canal cambió la vida de los campesinos. “Todos sembramos y aprovechamos la tierra; antes no era así”, cuenta José Quitió, dirigente de la Junta de Riego de Sul Sul, una comunidad de la parroquia Licto.El hombre dice que la gente dejó de cultivar en los 90. Una gran parte de la población emigró al extranjero y otra a la ciudad. “Los hombres bajaron de las montañas a trabajar en la construcción y el comercio, especialmente en Riobamba. Las mujeres eran empleadas domésticas en haciendas y casas de la ciudad. El campo quedó abandonado”, afirma Quitió. Ahora siembran papas, zanahorias, ajo, fréjol y hierba para pastoreo.

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