El hedor se extiende por los alrededores del Camal Municipal de Riobamba. Este matadero funciona en 1,5 hectáreas de las 4 en total del terreno que se destinó con ese propósito hace 33 años.
Está ubicado en el nororiente de la ciudad. El resto del área está ocupada por el Centro de Mercadeo de Animales, también administrada por el Cabildo. Las ferias se desarrollan los miércoles y sábados. En los dos días se venden un promedio de 1 000 animales.
Según un informe del Camal, a diario se faenan 700 reses, 800 porcinos y 900 ovinos. El 26% de la producción bovina se envía a Guayaquil. Este hecho hizo que los funcionarios del Departamento de Calidad Ambiental del Ministerio del Ambiente, de Chimborazo, solicitaran al Municipio que efectuara cambios en el manejo. La finalidad es que la zona de faenamiento esté alejada de la de venta de los cuadrúpedos.
Eso evitará, según los técnicos, que la carne se contamine. Además, que las vísceras sean comercializadas en un sitio hermético. Los martes, el movimiento es incesante. Más de 80 trabajadores se encargan de este proceso.
A pesar de la constante limpieza, los pisos siguen manchados con sangre. Según Iván Milán, director del Camal, el tufo proviene del área de procesamiento de sangre y grasa, que funciona en la parte posterior. “ Allí se convierte la sangre en abono. Mientras que la grasa va a las empresas que elaboran comida para canes”.
Milán explica que el año pasado, el Ministerio del Ambiente pidió cambios en el centro. Por eso, el Cabildo firmó un convenio con la Universidad Nacional de Chimborazo (Unach). Esta realizó un estudio para repotenciarlo.
En enero de este año, entregó el informe. En ese documento consta la necesidad de construir una planta de tratamiento para las aguas servidas y los desechos.
Asimismo, la reubicación de la feria de ganado, el mejoramiento de la maquinaria y de los procesos de faenamiento, que tardan 45 minutos por res. “El lugar fue diseñado para que funcione 20 años. Pero pasaron 33. La infraestructura actual no abastece y hay que hacer cambios”, comenta.
En los trabajos se invertirán USD 1,5 millones. “Tenemos los recursos. Pero no se pueden invertir porque no somos una empresa”, explica Milán, tras reconocer como falla el hecho de el Centro de Faenamiento funcione junto a un mercado de animales. “Eso queremos corregir. Se analiza la construcción de otro mercado”.
Hasta que eso suceda, las 70 familias del barrio El Inca, ubicado a 50 metros del Camal Municipal, se quejan de los malos olores y las moscas.
Ángel Huashpa, vecino del sector, cuenta que los sábados y miércoles hay más contaminación. “Solicitamos que se reubique la feria de ganado y el camal, porque allí se procesa la sangre. Esos olores son nauseabundos”.
Para solucionar el problema, el Cabildo analiza la propuesta de un grupo inversor español que plantea edificar un camal frigorífico, alejado del área urbana.
El alcalde Juan Salazar explica que están llegando a los acuerdos para finiquitar el crédito de USD 5,2 millones pagaderos a 10 años. “Se construiría en cuatro hectáreas. Esperamos que en agosto próximo esté todo listo y acordado para empezar la obra”.
Punto de vista
Jorge Bonilla/Ing. Ambiental
‘Un camal debe contar con espacios verdes’
Un camal debe funcionar en un sitio alejado de otro tipo de actividades comerciales o de un centro de mercadeo. Hay que tomar en cuenta que los animales llegan del campo con polvo y estiércol en las patas.
Por ese motivo tampoco se deben comercializar la vísceras. El faenamiento requiere mucha asepsia debido a que es un alimento que llega a la mesa de las personas. Los camales modernos se construyen fuera de los centros urbanos.
Allí se sacrifica a las reses con una pistola de balín de acero. No con un golpe ni con cuchillos. Desde ese momento el animal no topa el suelo hasta que finaliza todo el desposte. Las pieles, al igual que las vísceras, se recogen y lavan al interior de los camales.
Los desechos deben ir directo a un sistema de tratamiento de aguas. Además, la edificación debe estar rodeada de amplios espacios verdes. Eso es lo ideal.