El maestro Julio Lojano tiene 20 alumnos en cuatro ciclos en la Universidad de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO.
Lineida Castillo. Redactora
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El aprendizaje del idioma kichwa pierde interés en Azuay, Loja y Zamora Chinchipe. Solo la Universidad de Cuenca oferta la enseñanza de esta lengua nativa, pero hay pocos estudiantes.
En el presente semestre (octubre-enero) se matricularon 20 alumnos en los cuatro ciclos de la carrera. La cuencana Andrea Arellano tiene 22 años y está en el último nivel. Asiste de lunes a viernes de 20:00 a 21:00 a las clases. Solo tiene dos compañeros que reciben las clases del maestro bilingüe, Julio Lojano.
En tercer ciclo también hay tres alumnos. En el primero, ocho y en segundo, seis. Según Dolores Burbano, directora de Idiomas de la Universidad de Cuenca, empiezan ocho y terminan menos de la mitad, porque prefieren desertar.
Arellano estudia Comunicación Social y se interesó por el kichwa porque es una lengua que la identifica como nativa del Ecuador. “Se pierde porque ni las autoridades ni la gente le da el valor que se merece”.
No tiene planes profesionales para aprender este idioma, solo quiso relacionarse con los kichwa-hablantes. “Me apasiona conocer la historia y las culturas del Ecuador”.
Para Burbano, la falta de raíces e identidad son las causas para este desinterés. Por ejemplo, dice que en comunidades indígenas -por la migración– la gente se apropió de otras formas de vida y culturas.
José Lalvay es un indígena kichwa-hablante de la comunidad de Rañas, Nabón. Sus tres hijos hablan la lengua materna de forma esporádica, pero solo en su casa. “Lo hacen en voz baja por miedo al rechazo”.
Ese comportamiento evidencia la falta de identidad, dice el profesor Lojano, quien cree que hay interesados por el kichwa, porque buscan relacionarse con áreas sociales, con el trabajo en las comunidades o con la docencia.
Lojano tiene 52 años y es oriundo de Gullanzhapa, parroquia cuencana de Tarqui. El kichwa fue la primera lengua que aprendió. Él admite que en su poblado cada hay menos gente que hablan ese idioma.
La docente Burbano teme que por el bajo número de estudiantes, las autoridades universitarias propongan su cierre. Pero ella asegura que no lo aceptará porque será como matar la lengua oficial del país consagrada en la Constitución, después del español.
Como una estrategia para motivar a sus alumnos, el profesor Lojano cada cierto tiempo visita comunidades indígenas como Quilotoa, Rañas, Chunasana… para que los estudiantes se relacionen mejor con el idioma y la cultura ancestral. Es una práctica muy buena, dice el estudiante Sergio Morocho.
En Loja ocurre una situación similar. No hay una escuela de kichwa, pese a la existencia de pueblos indígenas como los saraguros. Hay proyectos del Ministerio de Educación para abrir centros en poblados como Gera y San Lucas.
En la parroquia de Vilcabamba, un grupo de extranjeros se involucró con las familias e incentiva a que mantengan su idioma y costumbres y les piden que les enseñen palabras comunes.
En Zamora Chinchipe quedan pocos profesores que transmiten esta lengua en escuelas y colegios. Según Ángel Vacacela, del Área de Educación Intercultural Bilingüe del Ministerio de Educación en Zamora, hay un plan para hacer campañas de capacitación a los maestros y alumnos.