Los habitantes de Ambato han dejado de sembrar frutas y flores debido a la expansión de la ciudad y las afectaciones de la ceniza volcánica. Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO
Ambato pierde sus frutas y sus flores, y su famoso apelativo talvez es un mito. Esa expresión sirvió para que los vecinos de la capital de la provincia de Tungurahua impulsaran las festividades de cada año. La celebración representa la pujanza por reconstruir la ciudad y no abandonarla luego del devastador terremoto del 5 de agosto de 1949.
Con los productos de las diferentes chacras se adornaban los carros alegóricos, la imagen del atrio de La Catedral y las frutas se comercializaban en los diferentes sectores de la urbe. Mientras que las flores y rosas engalanaban los grandes ventanales de las edificaciones modernas, los balcones de las casas patrimoniales, los parques y avenidas de la ciudad.
La expansión de la ciudad ha provocado la pérdida de los huertos frutales y la destrucción de los jardines de las casas. En tradicionales barrios como Miraflores, Ficoa, Atocha, Pinllo, Andiglata y otros sectores de la urbe los grandes patios con flores están desapareciendo. Estos coloridos espacios son reemplazados de a poco por modernas casas y edificios.
Hace una década era común observar los jardines cubiertos de hortensias, azucenas, crisantemos, claveles, ilusiones, cartuchos… Los árboles de capulí, cerezos, membrillos y otros frutos crecían en un clima primaveral en la ciudad. Mercedes Castillo recuerda con nostalgia que en Ficoa, Atocha y la ciudadela España había los grandes patios con flores. En estos sectores de calles empedradas paseaba junto a su madre Lola, que tiene 83 años. “La ciudad creció y poco a poco se fueron perdiendo los jardines. Pocas son las casas que tienen áreas verdes porque ahora todo es cemento”, recordó Castillo.
El Departamento de Jardines y Parques del Municipio de Ambato precisa que la ciudad se caracteriza por los jardines. Jorge Tapia, jefe del departamento del Cabildo, dice que Tungurahua y Ambato no se han caracterizado por ser exportadoras de flores si no por el colorido de sus jardines. “Hemos ubicado grandes macetas en la ciudad con flores y árboles ornamentales para recuperar el denominativo. También estamos recobrando los bordillos de la ciudad y el vivero de El Peral con flores y rosas”.
Para eso, el Municipio invierte alrededor USD 300 000 en la recuperación del vivero y la ubicación de las plantas ornamentales. Pedro Reino, cronista Ambateño, menciona que para recuperar el apelativo “Tierra de las frutas y las flores” se debe promover, por medio de ordenanzas, que los propietarios de locales o casas ubiquen maseteros con flores.
“La fiesta de las frutas y las flores era rural y de a poco se urbanizó. Esto hizo que se perdiera la esencia de la pujanza y del enraizamiento de los ambateños a su tierra para quererla y mantenerla bonita con las flores. Ahora es una fiesta comercial”.
Mientras, las huertas de manzana, pera, claudia y durazno desaparecen. Según los técnicos de la Prefectura de Tungurahua, se debe a la falta de inversión de los agricultores, la sustitución de los huertos frutales por los productos de tiempo corto (maíz, habas, papas y otros) y tampoco existe una renovación de los cultivos de hoja caduca.
Nelson Zamora, técnico del Área Agrícola de la Prefectura, añade que otros factores para la escasa producción son los abruptos cambios de clima, la importación de fruta y la caída de la ceniza del volcán Tungurahua. El polvo volcánico incide en el daño para que el fruto crezca y en algunos casos los destruye.
“Estimamos que la producción de frutas se ha reducido en un 20% en la provincia y que los árboles frutales tienen entre 20 y 30 años. No hay datos certeros de cuántos huertos se perdieron o han disminuido”, dice Zamora.
En Ambato, algunos de los bastiones de frutas que quedan son las parroquias Pinllo, Huachi y Montalvo, ubicadas en el suroriente de la ciudad. En algunos sectores los extensos campos frutales fueron sustituidos por conjuntos habitacionales.
Mauro López tiene su modesta casa y huertos frutales en el barrio Corazón de Jesús perteneciente a la parroquia Huachi Grande. Una cerca con alambres oxidados separa sus 30 árboles de claudia mango, manzana y abridor con la calle. Este año cosechó 30 cajones con el producto. El agricultor, de 70 años, menciona que la caja alcanzó los USD 60 en el Mercado Mayorista de Ambato.
“Cada año disminuye el precio del producto y el agua también va escaseando. Muchos vecinos murieron y los hijos vendieron sus tierras para que construyan casas y en las partes altas ya van desviando el agüita, porque acá ya no van quedando terrenos”, comenta López.
Según datos del Gobierno Provincial de Tungurahua en los cantones Cevallos, Píllaro, Pelileo, Quero, Mocha y Tisaleo hay reductos de la fruta pero en baja proporción.
Juan Robayo se dedica a esta actividad hace 46 años en Tisaleo. Hace dos años taló 20 de los 50 árboles de manzana, abridor y pera para sustituirlos por maíz y alfalfa. “Estoy criando cuyes y conejos y con la alfalfa me estoy ayudando. Las frutas ya no son rentables y la última caída de ceniza de diciembre me afectó”.