Blanca Arteaga salió ayer a las calles del poblado Los Ranchos de Crucita. Pidió ayuda a sus familiares y amigos. Es esposa de José Mero, de 56 años, uno de los dos pescadores artesanales desaparecidos luego de la tormenta del lunes.
Arteaga pedía alimentos para sus cinco hijos. El menor tiene 8 meses y el mayor, 12 años. Ella no trabaja y José llevaba todos los días pescado. “También traía algunos dólares para comprar las cosas que hacen falta”.Los amigos de la familia le obsequiaron pargos, arroz y otros alimentos. Incluso, hubo personas que le entregaron dinero.
En cambio, Eliseo, padre del desaparecido, permanecía en la playa esperando que haya noticias sobre su hijo. Él también es tío de Javier, otro desaparecido.
José y Javier salieron a pescar horas antes de que los fuertes vientos golpeen a nueve cantones, en la costa de Manabí.
Eliseo no pierde las esperanzas. “Mientras no me traigan los cuerpos, me aferro a creer que están vivos. Los quiero mucho y cada día los recuerdo más”, decía mientras miraba las fotografías de los pescadores manabitas.
A las 08:00 de ayer se reanudaron las tareas de rescate por aire y mar. Una avioneta de la Base Aeronaval, una fragata de la Armada y cinco lanchas de fibra de vidrio son utilizadas para el rastreo. Los recorridos se realizaban entre Crucita y Bahía de Caráquez.
Según Piedad Zambrano, presidenta de la Junta Parroquial de Crucita, se tramitó la presencia de una avioneta y de una fragata ante las autoridades navales. Hasta la tarde de ayer no había resultados de la búsqueda. “Tenemos que seguir buscándolos”.
En la playa de Los Ranchos, la gente sigue esperando a sus amigos José y Javier. Manuel Centeno compartió con el primero algunas jornadas de pesca. “Es muy bueno, conoce los lugares donde están los peces. Sabe cuál es el momento exacto para jalar las redes. Acertaba muy seguido”.
Centeno y otros pescadores que laboran entre Crucita y Jama, decían ayer que no han visto flotando en el mar objetos que identifiquen a la lancha Guadalupe, de propiedad de los Mero.
Sebastián Conforme pesca entre San Clemente y Bahía. Según él, solo escuchó en la radio sobre la desaparición de sus amigos del recinto Los Ranchos.
“Las corrientes están fuertes, el lunes fueron muy diferentes. Desde marzo hasta la fecha, en cuatro ocasiones, los vientos han sido muy fuertes. Yo que le conozco bien al mar, me asusté”.
En otro sector de la provincia, en Manta, los propietarios de lanchas continuaban con las tareas de búsqueda de los motores fuera de borda. En el puerto, los fuertes vientos del lunes arrastraron las canoas de fibra de vidrio.
Lisandro Cedeño halló el motor de su lancha. “La máquina se quebró, pero seguiré buscando otras partes de la embarcación. Es el esfuerzo de toda una vida”.
Otros pescadores que sacaron sus lanchas en mal estado iniciaron la reparación, usando materiales de fibra de vidrio. Manuel Delgado, de la parroquia Los Esteros, ayer tapaba los huecos de su nave con resina. Según él, en ocho días saldrá a pescar.
Ayer, las actividades de pesca no se reanudaron completamente por los desperfectos en las lanchas y por el daño en los motores. Vicente Achundia asegura que no le tiene miedo al mar.
“A pesar de la amenaza hay que trabajar. Los motores de mi lancha están muy destruidos”.