El nivel del agua bajó en Huaquillas, sin embargo 30 familiar permanecen en albergues. Foto: Mario Faustos /El Comercio
Tres mesas plásticas juntadas en el centro de un cuarto pobremente iluminado sirven de comedor para un grupo de mujeres y sus pequeños hijos. A las 19:00 del martes 31 de marzo, los comensales se aprestan a merendar lo que tres madres han preparado en una cocina comunal. El aroma del arroz con tortilla de huevo, el plato de esta noche, inunda el amplio espacio que hace de comedor, dormitorio y área de juego para los más pequeños.
En el albergue del barrio 8 de Septiembre, en el norte del cantón Huaquillas, se alojan 30 familias, afectadas por los recientes desbordamientos del río Zarumilla, el afluente que hace de límite natural con Perú.
Las 18 primeras familias llegaron tras el desbordamiento del afluente del 19 de marzo pasado. Las restantes 12 familias llegaron la madrugada del pasado domingo, huyendo de un nuevo y más fuerte desbordamiento del río fronterizo.
Un total de 93 personas, entre ellas 35 niños se resguardan en este albergue, levantado entre calles de tierra convertidas ahora, por obra del invierno, en lodazales.
El caudal del río Zarumilla, cuyas aguas irrigan las plantaciones de la zona fronteriza común creció súbitamente poco antes de la medianoche del pasado sábado 28 de marzo, sorprendiendo a los habitantes de los barrios cercanos a su cauce.
Alex Hernández, empleado de una gasolinera dormía cuando sintió que su casa se agitaba fuertemente por la fuerza de la correntada. “Como a las dos de la madrugada nos tocó pedir ayuda, porque la casa no aguantó y la corriente la tumbó”, relata el joven de 24 años, padre de un niño de 3, desde el portal del albergue. Su casa de paredes de caña picada y techado plástico cedió ante la correntada, como muchas otras casas del barrio Brisas del Sur, una zona marginal de Huaquillas.
En un albergue en Huaquillas se alojan 93 personas afectadas por las lluvias. Foto: EL COMERCIO.
Los albergados que no perdieron sus casas no esperan volver pronto a sus hogares, pese a que el agua descendió rápidamente horas después del desbordamiento, el mismo domingo. Dicen temer que el afluente y el canal que se alimenta de este vuelven a descargar su furia contra sus viviendas y los obliguen a un nuevo éxodo.
“Es aconsejable que permanezcan aquí hasta que deje de llover“, aconseja Jesenia Celi, técnica del municipio de Huaquillas y coordinadora del refugio. El Cabildo se ha encargado de repartirles raciones de alimentos, como arroz, papas y pollo, además de bidones con agua. El Ministerio de Inclusión Económica y Social les repartió kits de aseo, mientras que la Prefectura de El Oro les regaló la noche de este martes 31 de marzo colchones y vituallas.
María Abril, del área social de la Prefectura explica que la ayuda se distribuye progresivamente a los afectados de Huaquillas y de los siete cantones declarados hasta el martes 31 de marzo en estado de emergencia.
De los 14 cantones de la provincia, las lluvias han afectados a Huaquillas, el vecino cantón Arenillas, y los cantones Santa Rosa, Balsas, Portovelo, Zaruma y Piñas, estos últimos cuatro en el altiplano, azotados por crecidas de quebradas y deslizamientos en las vías de acceso que han aislado parcialmente a la población.