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La actividad del volcán Cotopaxi no se ha intensificado

En la imagen se observa el volcán Cotopaxi, durante la tarde del 7 de septiembre del 2015. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

En la imagen se observa el volcán Cotopaxi, durante la tarde del 7 de septiembre del 2015. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

En la imagen se observa el volcán Cotopaxi, durante la tarde del 7 de septiembre del 2015. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

La actual actividad del volcán Cotopaxi no ha recuperado los niveles que se presentaron entre el 22 y 28 de agosto.

En ese período se registró una fuerte presión interna en el volcán, que se manifestó a través de la salida permanente de ceniza y gas, en forma de grandes hongos.

Ese tipo de actividad ya no se manifiesta desde el 29 de agosto. No se ha acentuado o no se ha intensificado, indican los informes 13 y 14, emitidos por el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional. Sin embargo, esto no significa que la actividad vaya a disminuir.

Uno de los indicadores de este comportamiento es que los niveles de energía sísmica liberada no son altos y más bien han disminuido. La energía sísmica aglutina a los tremores, sismos y todos los eventos que se producen internamente.

Esa liberación es menor en estos días comparada con la semana del 22 al 28 de agosto. El informe del Geofísico dice: “Los sismogramas han registrado una disminución en el tiempo de duración del tremor de emisión y más períodos de calma relativa”.

Hay una menor liberación de energía, porque los tremores, sismos y otros eventos que influyen en el movimiento del volcán tienen una menor intensidad o amplitud en estos días.

Pero se ha presentado otro tipo de sismos, indicadores importantes de la actividad del Cotopaxi, cuyo proceso eruptivo comenzó el 14 de agosto, luego de su reactivación detectada en mayo último.

Esos sismos sugieren que hay movimiento del magma, el cual se mantiene a 3 kilómetros de profundidad desde el cráter.
Estos sismos han ocurrido entre los 3 y 11 kilómetros debajo de la cumbre. El Geofísico señala en su último informe que “se han detectado sismos discretos ocasionales que (...) están asociados con la presencia y empuje del magma”.

En la parte superficial, las temperaturas alrededor del cráter se han incrementado, indica el monitoreo térmico hecho el 3 de septiembre por Patricio Ramón, técnico del Geofísico. Es el tercer estudio que se efectúa, mediante un sobrevuelo en un avión Twin Otter de la FAE (452).

El Geofísico aclara que el monitoreo se desarrolló en los flancos del norte, este y sur, en la parte sur del cráter interno.
Ramón encontró la temperatura más alta en una columna de emisión, con 200,3 grados centígrados. Este valor es mayor al registrado en una columna monitoreada el 26 de agosto, que fue de 150 grados. Estas temperaturas no son magmáticas, debido a que el magma no ha subido a esa zona.

“En algunas zonas de los flancos S (sur) y E (este) se nota un incremento de pocos grados centígrados de las temperaturas en relación a lo medido el 26 de agosto (...). En las zonas restantes se mantienen las temperaturas o hay una disminución”, anota el Geofísico.

Pero también revela que en varios sitios de los flancos se observan nuevas anomalías termales que no habían sido vistas anteriormente.

En el sobrevuelo se observaron nuevas grietas en algunos glaciares, principalmente en los flancos del este y noreste del cráter, y sobre la pared de la zona llamada Yanasacha.

Una parte del interior del cráter también pudo ser vista. “Se confirmó que el glaciar circular al interior del cráter (en forma de una dona), en el sector sur, ha disminuido significativamente en sus dimensiones y presenta grandes fracturas”.

Otro cambio es que en el flanco norte se nota la presencia de agua y humedad entre el contacto del glaciar con la superficie del terreno; desde allí salen delgados hilos de agua que descienden aguas abajo por el flanco hasta los drenajes principales del volcán.

Este fenómeno puede dar paso a la formación de lahares secundarios, como el que ocurrió el 28 de agosto. La tarde de ese día, un flujo de lodo bajó por el flanco norte, sin embargo, se quedó arriba, a 3 900 metros sobre el nivel del mar. Por ser pequeño no llegó hasta el río ni representó ningún peligro.

Este tipo de lahar suele formarse por la removilización de ceniza que se acumula y que, en el caso del Cotopaxi, la emisión de ceniza ya lleva más de tres semanas. Con la lluvia se forman flujos lodozos, conocidos como lahares secundarios.

La ceniza, que cayó entre el 15 y 26 de agosto, fue analizada en el laboratorio del doctor Pierre Delmelle de la Universidad de Louvain (Bélgica). Según los resultados, el polvo volcánico tiene un pH relativamente bajo, que puede tener implicaciones en la piel y el sistema digestivo de los animales, que se alimentan de pastos.

Para el Geofísico, las cenizas recolectadas y estudiadas hasta el 2 de septiembre sugieren que “todavía el mayor aporte de estos productos es de roca preexistente y alterada y relacionada con el conducto, y no todavía con un nuevo cuerpo magmático”.

En contexto

El volcán Cotopaxi empezó su proceso eruptivo con la expulsión de ceniza y vapor a partir del 14 de agosto. Por ese cambio de comportamiento, la Secretaría de Gestión de Riesgos decretó la alerta amarilla, que se mantiene vigente hasta el momento. El Ministerio Coordinador de Seguridad es el vocero oficial de la información sobre el coloso.
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