El aceite de palosanto de Loja llega a cinco países

Ramiro Córdova (izq.), de Aroma Santo, selecciona las semillas del árbol antes de la extracción del aceite. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Ramiro Córdova (izq.), de Aroma Santo, selecciona las semillas del árbol antes de la extracción del aceite. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Alberto Calero, de 55 años, cosecha el grano del árbol de palosanto en una hacienda de la parroquia Fátima. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Los bosques de Sozoranga y Zapotillo están verdes y frondosos. Invierno es la temporada esperada por 300 campesinos de ambos cantones lojanos, para recolectar el fruto del árbol de palosanto.

Estos lojanos entregan la cosecha al emprendimiento Aroma Santo, de la familia Córdova-Vivanco, que funciona desde el 2017, y a la Asociación Comunitaria Bolívar Tello, que empezó su labor en el 2007.

Ambas elaboran el aceite esencial, que el año pasado enviaron directamente a compradores en Brasil, Italia, Suecia, Suiza y Estados Unidos. Entre los dos emprendimientos produjeron y exportaron 140 litros y esperan subir a 400 este año, con la apertura de nuevos mercados.

Ramiro Córdova, de 66 años, es el dueño de Aroma Santo. Él aprovechó su experiencia como ingeniero mecánico y las 40 hectáreas que recibió de herencia en Sozoranga. Durante dos años investigó y experimentó otra técnica para la destilación del aceite.

Él encontró que la mejor forma -sin cortar los árboles- era extraer el aceite del fruto y no del tronco, como es lo usual.

Para la infraestructura y el equipamiento pidió un crédito de USD 100 000. En su fábrica, todos los equipos están conectados entre sí: tanque de cocción, evaporador, condensador y separador, todos construidos por Córdova; solo el molino es industrial y lo utiliza al principio del proceso para triturar los granos.

Ramiro Córdova (izq.), de Aroma Santo, selecciona las semillas del árbol antes de la extracción del aceite. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Manuel Angamarca, de 20 años, está a cargo de esa tarea. En la actualidad es época de cosecha y muele hasta dos quintales al día. El fruto es similar a una arveja tierna.

El palosanto solo florece y da frutos entre marzo y mayo. Es allí cuando los campesinos de Sozoranga y Zapotillo se dedican a la cosecha. “Es un oficio complicado y en invierno el calor es sofocante”, cuenta Alberto Calero, de 55 años, quien cosecha en la hacienda Santa Rosa, de la parroquia Fátima, en Sozoranga. El aroma dulce se esparce por la propiedad que pertenece a Córdova.

Calero utiliza una vara con un gancho para alcanzar las ramas de los frondosos árboles, que miden hasta 11 metros de alto. Con sus manos arranca los frutos y los guarda en una alforja que lleva en su hombro. Cada cierto tiempo descansa y se frota las manos para limpiarse el pegajoso aceite.

Calero cuenta que entre siete personas recolectan un quintal al día y por esa labor reciben USD 81. “Es una fuente de trabajo que solo tenemos en esta temporada y hay que aprovecharla”, dice el campesino Esteban Encarnación.

Calero, Encarnación, Henry Calero y Félix Requelme son parte de las 50 lojanos que recolectan los frutos para abastecer a la empresa Aroma Santo, que en el 2017 procesó 20 litros y exportó a Nueva York. El año anterior duplicó la cantidad, que fue enviada a Italia, Estados Unidos, Suecia, y Suiza.

Las semillas seleccionadas entran a un proceso de cocción en tanques especiales, a 90° de temperatura. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Este año aspiran a exportar 300 litros porque tienen nuevos mercados como Costa Rica y China. Además, esperan la aprobación del producto enviado mediante muestras a Inglaterra, España, Francia, Chile, Brasil y México.

La Asociación Comunitaria Bolívar Tello, del cantón Zapotillo, exportó el año pasado 100 litros a Brasil, que son el 50% de su producción anual. Cada litro de aceite en el exterior cuesta entre USD 400 y 600.

El resto de la producción se utiliza para la elaboración de derivados como velas, inciensos y aromatizantes.

Este año, los 250 campesinos de esta asociación no harán la recolección, porque el fruto no alcanzó la madurez esperada. Pero como tienen un remanente del año pasado mantendrán el mismo nivel de exportación.

Según su presidente, Diego Lara, las lluvias fueron demasiado tardías y los frutos no alcanzaron las condiciones requeridas. Este proyecto se inició con el apoyo de la U. Técnica Particular de Loja y la Fundación Naturaleza y Cultura. Pero desde hace tres años, los socios laboran solos.

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