Nunca pensó dedicarse al cultivo de la palma africana. Pero un infortunio lo empujó a experimentar con este producto. Óscar Morales cuenta que durante 20 años se dedicó a la ganadería. Tenía nueve hectáreas con sus vacas y mulares.
Pero hace tres años le robaron el ganado. “No sabíamos qué hacer. Nos quedó el terreno vacío y comenzamos a buscar opciones”.
Los agricultores de la región le insistieron en que cultivara palma. Él decidió arriesgar y compró 2 200 plantas.
En la actualidad, en el cantón hay 30 000 hectáreas de este cultivo, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Morales debió darle un tratamiento adecuado al terreno antes de sembrar. Lo primero que se debe hacer -dice- es estudiar el tipo de suelo. “El más apto es el limoso o arcilloso porque tiene una capacidad amplia de drenaje”.
Los territorios de Santo Domingo, Esmeraldas, La Concordia y Quevedo son considerados entre los mejores para estos cultivos.
Luego -asegura el palmicultor- se deben trazar los caminos y demarcar las parcelas en donde se sembrará la palma.
También es importante instalar o construir un sistema de drenaje. Para Morales, lo más difícil fue sembrar las primeras plantas porque no sabía si en realidad crecerían. Pero tuvo la ventaja de cultivar en época de lluvias, cuando el suelo tenía suficiente humedad. Eso garantizó un buen desarrollo de las plantas.
Wilfrido Abril fue uno de los palmicultores que le aconsejó a Morales incursionar en el cultivo de palma africana.
Como Abril, hay 550 personas que subsisten de la palma aceitera en La Concordia. Ellos están agrupados en la Asociación Nacional de Cultivadores de Palma Africana (Ancupa).
Abril lleva 10 años en el negocio. “Estoy enamorado de esta planta por su rentabilidad”. Mis hijos aprendieron y se perfeccionaron en la siembra de la palma.
Pero en un principio no fue fácil. Abril tenía nueve hectáreas de terreno abandonado. Compró 1 000 semillas y las sembró. Para ello debió hacer un préstamo al Banco Nacional de Fomento de La Concordia. Luego de dos años obtuvo la primera cosecha.
En la actualidad, cada 20 días gana USD 1 500. Él vende a una de las 12 extractoras de palma que hay en La Concordia. Cada tonelada cuesta entre USD 118 y USD 130. En la última cosecha vendió nueve toneladas.
Entre plaguicidas, fertilizantes, semillas y jornaleros, los palmicultores gastan de USD 200 a USD 300, en 10 hectáreas cada 20 días. Según Andrés Arizala, de Ancupa, la fertilización constituye alrededor del 60% de los costos totales de producción, por ello es importante seleccionar la marca y la época de aplicación.
El agrónomo Carlos Cedeño recomienda que antes de la fertilización, el productor debe limpiar y revisar el estado de las raíces y su ubicación, para que la planta pueda aprovechar los fertilizantes. “Tienen nutrientes como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio que fortalecen el cultivo”.