Los lunes y los martes, las canchas del barrio Villa María, en el nororiente de Riobamba, se llenan con obreros. Más de 400 personas especializadas en albañilería, pintura, gasfitería, agricultura y otras actividades buscan trabajo.
La mayoría de obreros arriba a las 06:00 desde las localidades de Guamote, Colta, Chambo, Alausí, Chunchi y otros sectores. Allí permanecen durante todo el día hasta que alguien requiera sus servicios.
Trabajan por días, horas o semanas. Carlos Yucailla es uno de ellos. El martes salió a las 05:00 de su casa, en el cantón Guamote, a una hora de Riobamba. Tiene 18 años de experiencia como albañil. Sin embargo, desde hace tres semanas no ha logrado conseguir que lo contraten.
Su último trabajo fue en la edificación de una casa en la parroquia Calpi, en el sur de la urbe. Allí estuvo dos meses. Ganaba USD 75 semanales. “La construcción no es como laborar en una fábrica. No es una labor fija”.
Yucailla está preocupado. El nuevo año lectivo se aproxima y tendrá que financiar los útiles escolares y los zapatos de sus cinco hijos. Ellos estudian en Guamote.
Su esposa, Juana Yugza, trata de aportar como jornalera agrícola. Pero los USD 7 que obtiene al día no alcanza para suplir los gastos.
Los pocos ahorros que consiguió guardar se acabaron. “Debo trabajar en lo que sea. No puedo regresar a la casa con las manos vacías”, dice mientras asegura que no ha desayunado. “Puedo trabajar en agricultura, pintando casas o en lo que sea”, asegura.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, la Población Económicamente Activa (PEA) en Chimborazo es de 200 034, de los 458 481 habitantes.
Freddy Loza, director de la Corporación de Desarrollo de Chimborazo (Crecer), explica que uno de los problemas que ha vuelto a acentuar en los últimos años es la migración de la gente del campo a la ciudad. “Eso causó que el comercio informal absorbiera a gran parte de la población. Además, solo el 20,8% tiene trabajo estable” (ver tabulado).
Al respecto, Alex Sancho, presidente de la Cámara de Industrias, asegura que las 18 empresas afiliadas generan 2 300 plazas de empleo. “No se puede contratar a más personas, porque no tienen capacitación ni experiencia”.
A las 09:30 del martes pasado, decenas de trabajadores desempleados esperan en la esquina de la calle Loja. La mayoría llevaba mochilas repletas con herramientas. Media hora más tarde, una camioneta Mazda color azul se estacionó. Uno de los ocupantes ofrecía trabajo en albañilería.
Ofrecía USD 10 diarios. Juan Piray, otro de los desempleados, cuenta que algunos contratistas se aprovechan de la necesidad de la gente. Prometen cancelar el 50% de lo que gana un albañil. “Eso no alcanza”, dice Piray. Su esposa, María Lachimba, cría cuyes, gallinas y conejos. Con la venta ayuda a sostener el hogar.
Otro de los afectados es Gerardo Escobar. El mes pasado, arribó desde Portoviejo en busca de un empleo como albañil o pintor. Sin embargo, aún no encuentra trabajo. “No puedo enviar dinero a mi esposa. Ella debe laborar de empleada doméstica. Es dura esta situación que afronto”.
Testimonio
Manuel Curuchumbi/ Albañil
‘No he probado bocado por la falta de dinero’
El Gobierno dice que el desempleo bajó en el Ecuador, pero mire cómo estamos. Llevo 30 días sin trabajar. Son las 10:30 y no he desayunado. Si no consigo algo hasta más tarde tendré que retornar a mi casa sin probar bocado.
Es difícil y nadie nos ayuda. Llegué a las 07:30 de Guamote. Sé hacer de todo. Puedo trabajar en agricultura, albañilería, pintando casas, gasfitería o lo que venga.
El objetivo es tener un ingreso para los gastos de cuatro de mis siete hijos, que al momento viven conmigo. Por las vacaciones envié a mis otros tres muchachos de 17 y 15 y 14 años a trabajar en Cuenca. Allá están laborando con unos familiares en la construcción. De esa forma ellos pueden financiar sus gastos.