Las puertas de las viviendas ya no se cierran, algunas paredes cuarteadas están sostenidas con palos y otras destruidas. Es como si allí se hubiese registrado un terremoto.
Hay aberturas en el piso, deslizamientos de tierra y humedad por todas partes. Ese panorama desalentador se registra en la parroquia Octavio Cordero, al noreste de Cuenca. Sus habitantes culpan a una fuente de agua que existe en el cerro Hornapala.Tránsito Tamay se detiene y fija su mirada a la cámara del fotógrafo de este Diario. Ella, a través del lente, intenta descubrir qué hay en el fondo de la tierra para que su casa esté llena de grietas.
Esta mujer de 77 años muestra un conducto de agua que se formó desde octubre pasado. Se percató cuando cosechaba fréjol en su pequeña parcela de terreno, ubicada al frente de su casa, donde empezó a acumularse agua.
Tamay cavó una acequia para que el agua siga su cauce. Pero, esa acción no detuvo el cuarteamiento de su vivienda de adobe. Vive con su padre de 102 años de edad, sus cuatro hijos y nietos.
Ellos, durante el día, permanecen en el patio de tierra por temor a que ocurra una desgracia. Tamay y su familia residen dentro de las 14 zonas de Cuenca con problemas de deslizamientos.
Según Magno Rivera, director de la Unidad de Gestión de Riesgos del Municipio de Cuenca, las zonas afectadas están en las parroquias de Sidcay, Chaucha, Llacao, Nulti, Paccha, Santa Ana, Sinincay, Sayausí, Turi, Molleturo y Octavio Cordero. Además en los sectores de Los Trigales ,Challuabamba y Guzho.
En esta última parroquia hay 15 hectáreas con deslizamientos en el sector El Calvario. Manuel Santacruz, morador de la zona, observa con recelo a la montaña conocida como Hornapala.
Él considera que de allí se origina el problema. Cuenta que en la cima de la montaña ruge la tierra y también es testigo de cómo se filtra el agua de la quebrada. Junta sus manos y exclama a Dios para que les proteja de un desastre.
En esa parroquia cuencana sus habitantes viven en zozobra, con el miedo que la casa se les caiga encima. María Tamay colocó lodo, piedras y palos para tratar de apuntalar su humilde vivienda.
Su esfuerzo no tiene recompensa. Los deslizamientos que empezaron hace unos dos años se mantienen. Actualmente ya no puede ocupar su cocina porque en el piso y las paredes hay grietas.
Con susto, María Tamay recuerda que en el último temblor, ocurrido en agosto pasado, la casa se movió bastante y se cuarteó más.
La situación se agrava cuando llueve en el sector. Rosa Elvira Crespo vive en el centro de Octavio Cordero y cuando llueve su casa se inunda. Esto hace que los cuarteamientos se aceleren.
A 20 minutos de esta parroquia está San José de Sidcay. Allí, hace tres meses, se desplomó una vivienda de dos pisos de propiedad de Vicente Huiracocha.
Mariam Huiracocha, habitante del lugar, recuerda que hace un año empezaron los problemas de deslizamientos. En la actualidad, unas 10 casas están afectadas.
Mientras lava la ropa de sus hijos mira cómo las grietas no permiten que se cierren las puertas y ventanas de sus vecinos. Ella pide ayuda de las autoridades.
Según Rivera, el Municipio local dispone de USD 1650 000 para ejecutar las obras que ayuden a controlar los deslizamientos debido a fallas geológicas y a la excesiva acumulación de agua.
Las poblaciones que serán atendidas en una primera fase son Sinincay, Nulti, Sayausí, Santa Ana y Llacao, que comprenden 270 hectáreas afectadas. Para ello se adquirió una excavadora y un equipo de perforación.
En la actualidad se trabaja en la zona de Llacao. Allí hay unas 80 hectáreas deslizadas y el primer paso es drenar el agua existente.
Rivera dice que es necesario trabajar en proyectos a largo plazo para el control de los deslizamientos. Con ese propósito se realizan investigaciones del agua en las zonas afectadas para conocer el nivel de profundidad.
Él considera que la gente debe hacer conciencia de que si el agua se está filtrando en sus terrenos ya no debe utilizarse para sembríos o como sistema de riego. Esto ayuda a que la tierra se cuartee.
En Azuay también hay deslizamientos en cantones como Girón, Nabón, Gualaceo y Santa Isabel.
En este último ocurrió un deslizamiento de gran magnitud, en el cerro Tugula. Afectó 700 metros de vía, por el desmoronamiento de unos cinco millones de metros cúbicos de tierra. Allí hay una falla geológica que se activó por la saturación del suelo con agua.