La reelección, figura extraña para 4 intelectuales

Fotos: EL  COMERCIO

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El filósofo francés Michel Foucault decía que “donde el poder existe se ejerce el poder”. Lo recuerda Francisco Proaño Arandi, escritor, miembro de la Academia de la Lengua y exdiplomático, a propósito de la reelección indefinida sobre la cual la Corte Constitucional (CC) deberá pronunciarse ­hasta el 28 de agosto.

Aunque son 17 modificaciones a la Carta Magna que plantea Alianza País, no son pocos los que entienden que la reelección es el tema preponderante. La figura hegemónica de Rafael Correa y su eventual permanencia por un período más, luego de los comicios del 2017, y los liderazgos débiles comparados con el que él ejerce sobre las masas, lo convierte en el ­beneficiario casi exclusivo de esta posible enmienda.

Adolfo Macías, uno de los novelistas contemporáneos más importantes, no se sorprendió el 24 de mayo pasado, cuando Correa, en su Informe a la Nación, anunciara su apoyo a la enmienda. Con cierto humor, recuerda que “la patria se lo estaba reclamando. Sonreía, movía la cabeza. Las expresiones corporales eran obsequiosas, como si dijera ‘bueno, gracias pueblo, con cierta vergüenza y sonrojo observo que soy imprescindible para la Patria”.

La reelección, como las otras propuestas de enmiendas, no han dejado de ser debatidas en medios y academias. Pero para Agustín Grijalva, profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar, no dejan de ser debates falsos y desiguales.

Dos son las razones para considerarlos así: los pocos argumentos del oficialismo, como que el pueblo es el que decide y la necesidad de frenar la restauración conservadora; en frente se encuentra una avalancha de argumentos, que van desde lo jurídico, histórico, político, comparativo. “El argumento del Gobierno finalmente no contesta ningún otro. Es un debate falso porque la decisión ya está tomada”, sostiene.

Javier Vásconez, uno de los narradores referentes del país, se pregunta ¿para qué quiere un nuevo período? Al referirse al mandatario uruguayo José Mujica, recuerda que los políticos no son más que funcionarios que viven y comen del pueblo al que representan. Pero “a partir de un determinado momento, cuando han terminado sus labores, deben irse a sus casas a cultivar sus huertos”.

Vásconez parafraseó a ‘Ham­­let’, de William Shakespeare, para decir que “aquí también todo puede empezar a oler
muy mal”. Si bien es posible que la reelección fuera necesaria en un primer momento, todo comienza a desgastarse. “No solamente el Presidente, sino todo lo que su partido propone”.

Esta descomposición pudiera darse en lo que Macías considera un “ajuste matemático” en las perspectivas electorales, sobre todo con lo ocurrido en las elecciones seccionales del 23 de febrero. Si bien Correa sigue siendo favorito, entre otras razones por la falta de figuras -tanto al interior de Alianza País como de la opo­sición- con capacidad de opacarlo, la certeza de una victoria, en caso de postularse, ya no sería tan simple.

“Por primera vez hay la posibilidad matemática de que pierda. No tiene más del 50% de los votos, pero hay que ver qué hace la oposición. (Correa) está en ventaja, pero no tiene ganada la elección”, dice.

Y si ganara, ya no sería con la superioridad que ahora tiene. Lo interesante sería ver cómo gobernaría Correa en una situación ya adversa, porque tendría a la oposición muy cercana, reflexiona Macías.

Frente a esa perspectiva, también se debiera considerar “la crisis económica predicha”, que podría traer consecuencias en la popularidad de Correa si la deuda se vuelve inmanejable, sostiene Grijalva. Ello explicaría otra de las enmiendas (la reducción de la edad para ser Presidente, de 35 a 30 años). Si bien nadie tiene el peso político de Correa, se deja abierta una puerta; y el liderazgo es algo que “se puede construir mediáticamente”.

Este desgaste será punto de partida del “poder que ejerce poder”, que Proaño Arandi cita. Siempre una reelección comprende un desequilibrio respecto de aquellos que están en el poder frente a los que no. “Por eso resulta algo risible que los representantes del Gobierno sostengan que no habría un desequilibrio” fundamentado en aquello de que la gente elige.

Sería “una falacia” porque no se estaría pensando en los grandes objetivos nacionales, que se mantendrían independientemente del candidato que logre ganar las elecciones.

El problema de fondo, añade Grijalva, “no es la reelección en sí, sino las condiciones en que se daría”. La idea de la alternabilidad en el poder tiene que ver con los individuos, no con las organizaciones políticas que pueden gobernar 30 años si el votante así lo desea.

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