Fausto Miño y su expareja tienen la custodia compartida de Joaquín, de 5. Foto: Cortesía Fausto Miño
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No le suena extraño que le digan que es “padre y madre” de sus hijas. Esa es la idea que la gente se hace de quien está a cargo de la casa y de los chicos, pero no solo en lo económico.
El divorcio de Édison Paredes fue por mutuo acuerdo y un par de años después, en el 2009, también de modo amigable, obtuvo la tenencia de Kerly y Karen, de 19 y 16 años, respectivamente.
El Consejo de la Judicatura no cuenta con cifras sobre padres que consiguen o al menos tramitan la tenencia de sus niños. Tampoco la Defensoría Pública.
El Anuario de matrimonios y divorcios del INEC ayuda a formarse una idea al respecto: en el 2015, 1 334 papás dijeron estar al cuidado de sus hijos de 25 692 consultados, incluyendo a madres y abuelos, lo que corresponde al 5%.
En el país, lo usual es que las mujeres críen a sus hijos, aunque la legislación ecuatoriana sí permite que padre o madre reclamen la tenencia.
Para la abogada de familia, Sonia Merlyn, hay un sesgo debido a una presunción que es malentendida por los jueces.
En el artículo 106 del Código de la Niñez y Adolescencia se habla sobre las reglas para confiar la patria potestad.
Y se señala que a falta de acuerdo entre los progenitores o si lo acordado fuera inconveniente para el hijo, la patria potestad de los menores de 12 años se otorgará a la madre. A menos que se pruebe que con ello se perjudica los derechos.
“(Esto último) En lugar de una presunción se convierte en una regla”, anota Merlyn.
Paredes tiene 45 años. Y entre sus prioridades no está “rehacer su vida”, como le dicen sus conocidos. Sonríe al recordar que sus hijas le aconsejan que no se quede solo. Pero por ahora su agenda está copada entre su trabajo como asistente administrativo en el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda y las tareas del hogar.
A las 18:00, Edy -así le llaman sus amigos- llega a su casa en la Ciudadela Hospitalaria, en el valle de Los Chillos. Y prepara, por ejemplo, arroz, menestra y pollo al horno, que se servirán al siguiente día. Aunque según Karen lo que mejor le sale son las papas con cuero.
En esta familia se han repartido las tareas, en un listado con obligaciones y días señalados.
Así queda claro quien debe arreglar la sala, lavar los platos, meter la ropa en la lavadora… Él recibe una pensión de alimentos que deposita su exesposa, una enfermera.
Ella mantiene contacto con Kerlyn y Karen. Almuerzan juntas algunos días y salen los fines de semana. “La relación es genial, ambos están siempre para las dos”, relata Karen.
No todos los casos se resuelven amistosamente.
En septiembre del 2012, José Mantilla, de 41 años, consiguió la tenencia de Elías y Claudia, de 15 y 12 años. Al recordar las razones que lo llevaron a pelear por quedarse con ellos solloza.
Según él, su matrimonio se volvió conflictivo. Asegura que sus chicos no tenían la atención y cuidado necesario y alega que hubo maltrato.
Dice que acudió a la Dinapen, policía especializada en niños, y una oficial le dijo a su hija: “a veces las mamitas perdemos la paciencia”. Pero en la Fiscalía les hicieron exámenes físicos y psicológicos. Luego de perder tiempo y dinero con otros abogados, llegó a una, que le guió.
Ahora Mantilla se siente feliz con sus dos hijos y su nuevo hogar. Van a una terapia psicológica. Y los fines de semana, los jóvenes ven a su mamá.
Para Luis Labre, juez de familia, no es común que los hombres busquen la tenencia. Él recuerda un caso, en el 2013, en el que una madre aceptó que su hijo, de 11 años, viva con su expareja.
Se comprobó que el niño pasaba encerrado al llegar de la escuela. Ella trabajaba mucho y el padre tenía un negocio propio, por lo que podía darle más tiempo y atención.
En la universidad, precisa Merlyn, se les enseñaba a los abogados, que para lograr retirar la tenencia a una madre había que desprestigiarla. Ella reitera que lo que se debe preguntar a un padre que lucha por la custodia de sus hijos es ¿estará mejor contigo que con la mamá?
Y precisa que en América Latina estuvo de moda la doctrina de “los tiernos años”, que contempla que en el período de lactancia y en los primeros años de vida, la madre debe estar con el hijo.
Esa presunción se alarga hasta los 12 años, comenta la abogada. Y es a partir de esa edad, que los jueces oyen el pedido de los chicos.
Pesa la Oficina Técnica, ojos y oídos de la Función Judicial, con sus observaciones en escuela, hogar, etc.
En el país, en los últimos años han surgido movimientos de padres que impulsan la custodia compartida. Ellos incluso han pedido cambios al Código de la Niñez y Adolescencia, relacionados con la tenencia, régimen de visitas y pensión alimenticia.
Un rostro detrás de esas organizaciones es el cantante Fausto Miño. Luego de pasar por un litigio judicial, su expareja y él aprendieron a hacer acuerdos. Esto a través de una mediación, que les permite gozar de una custodia compartida de su hijo Joaquín, de 5 años.
El niño pasa dos de los cinco días de la semana con él, y cada 15 días, un viernes hasta el domingo. Son flexibles.
Cifras no oficiales obtenidas por estos grupos señalan que al año hay 21 000 divorcios en el país, 18 000 van a las cortes; 30% de los menores de 12 años no ven a su papá en el día a día.
Por eso, Miño trata de pasar este mensaje: “Hay que cambiar mentalidades, no leyes, por encima de heridas y emociones, entendiendo que un hijo necesita a papá y mamá”.
En contexto
La edad promedio de los padres que son jefes de hogar es 44 años. De cada 10 jefes de hogar, nueve forman parte de la población económicamente activa. En el país, lo usual es que las mujeres críen a sus hijos. Hoy se celebra
el Día del Padre.