El debate entre tener fondos de ahorro o invertir todo lo que recibe un país termina cuando los riesgos se convierten en tragedias y toca pagar la factura. Si no hay recursos ahorrados para afrontar esas eventualidades quedan pocas opciones para cancelar la cuenta: mayor endeudamiento, mayores impuestos o venta de activos.
Ecuador está expuesto a riesgos de todo tipo, desde naturales hasta externos, pero no tiene ahorros para afrontar esos problemas, lo cual pone la economía en una situación de alto riesgo. Los depósitos del Gobierno han venido cayendo desde que el mercado petrolero internacional se contrajo. La reserva de libre disponibilidad se redujo un 29% en el último año, lo que afecta la liquidez interna, obliga a priorizar los créditos de la banca, afecta las actividades productivas y termina afectando el crecimiento y los avances en la reducción de la pobreza.
Al menos se puede mencionar cinco riesgos que rondan la economía ecuatoriana: erupción del volcán Cotopaxi, inundaciones por el fenómeno de El Niño, pago de una indemnización de la petrolera Oxy, apreciación del dólar y caída del precio del petróleo.
Varios de estos riesgos son previsibles y han ameritado una serie de acciones para reducir sus impactos. Son destacables, por ejemplo, las obras de infraestructura para evitar posibles inundaciones, así como los planes de prevención en caso de una erupción del Cotopaxi.
Pero parte de la prevención también es tener recursos para hacer frente a un ‘shock’ interno o externo. Y ahí queda mucho por hacer, considerando que países de la región han aprovechado la bonanza de las materias primas para ahorrar y reducir su riesgo internacional. Perú, por ejemplo, cuenta con cerca de USD 60 000 millones de dólares de reservas y tiene un riesgo de 209 puntos, mientras que Colombia tiene cerca de 46 000 millones y un riesgo de 263 puntos.
El riesgo para Ecuador viene creciendo y cerró la semana pasada con 1 132 puntos, uno de los más altos desde el 2009.