Carlos Albán trabaja en el taller ubicado en la ciudadela Abel Gilbert, en Durán. Foto: Cortesía
José Guillén puede armar un ataúd artesanal en 20 minutos. Hasta su taller, en La Alborada, norte de Guayaquil, llegan personas de escasos recursos en busca de un cofre, que el albañil vende en USD 15.
Los clientes deben llevar el material. Él pide una plancha de aglomerado (2,14 x 2,15 metros), además de los clavos y las bisagras. En su taller recibe a personas de Guayaquil, Durán y Milagro. “Surgió como una alternativa para ayudar a la gente y para llevar el pan a mi mesa”, dijo el albañil de 35 años, que arma su presupuesto familiar con ingresos diarios.
Hasta el 17 de marzo pasado trabajó en la remodelación de una cocina en el barrio Cristo del Consuelo, en el Suburbio de Guayaquil. El contrato quedó suspendido debido a la restricción de movilidad, derivada de la emergencia sanitaria.
“No solo han venido familiares de personas que fallecieron por covid-19, sino por otras causas. Llegó una chica que en una semana perdió a seis miembros de su familia”, contó el hombre. Desde finales de marzo ha armado 24 féretros.
Guillén cuenta que decidió hacer esta labor cuando vio en redes sociales y medios de comunicación la situación dolorosa que pasan los deudos. No había ataúdes o los precios de los cofres de los tradicionales eran muy altos. Lamentó que la semana pasada lo hayan contactado funerarias para comprar sus ataúdes, con la intención de revenderlos más caros.
“Es inaudito que se disparen los precios, seguramente esas compañías querían lucrar con mi trabajo y la pena de los demás. Políticos de Daule y Milagro quisieron que fabricara ataúdes y les ponga su logotipo, pero me negué. Hay mucha indolencia”, contó.
En Guayaquil, desde la última semana de marzo comenzó un déficit de féretros por el incremento de fallecidos y los altos costos, en ocasiones superaban los USD 2 000. El Municipio tuvo que donar ataúdes de cartón, como una medida para mitigar el desabastecimiento. Según el Registro Civil, solo en abril se inscribieron más de 6 703 fallecidos en Guayas. La Fuerza de Tarea informó que hasta el 14 de abril habían levantado 1 900 cuerpos.
Merwin Terán, presidente de la Federación de Organizaciones Sociales dedicadas a Servicios Exequiales del Ecuador, reconoció que iniciativas como la de Guillén ayudaron a atender la crisis sanitaria.
El temor y la desinformación hizo que varios operadores “se escondieran”, lo que generó falta de atención a los ciudadanos. El control de las FF.AA. ayudó para que las funerarias empezaran a abrir sus puertas.
En Guayaquil ahora hay 50 funerarias trabajando; en los días más críticos solo atendían 20 de 120 negocios. “Ahora los féretros también están llegando de la Sierra y los colegas de Manabí nos han enviado”, dijo.
Otro artesano que fabrica ataúdes a bajo costo es Carlos Albán. Tiene un taller en el sector de Abel Gilbert, en el centro de Durán. También solicita a sus clientes que le proporcionen el material y cobra USD 10 por la mano de obra.
“Colaboramos tres personas, nos demoramos cerca de una hora en armar, dependiendo del material con el que estemos trabajando”, contó el hombre.
Antes de la emergencia, tenía ingresos diarios como gasfitero, albañil y ebanista. Pero ahora la confección de féretros es una ayuda para alimentar a su familia.
Debido a las denuncias por precios excesivos de los féretros en las funerarias, el Gobierno anunció regulaciones. Según los datos publicados por Arcsa, los ataúdes deben oscilar entre los USD 100 y 150.
Esa decisión molestó a las funerarias. Terán asegura que esos precios son inaceptables. “Los fabricantes nos venden caros los ataúdes y nosotros también debemos tener ganancias, no podemos perder”, dijo. El dirigente sugirió que el precio mínimo para la venta al público sea de USD 400.
Guayaquil también recibe ataúdes donados por los talleres de seis cárceles del país, según informó El Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de Libertad.
En otras ciudades se preparan para emergencia. El Municipio de Manta ordenó la fabricación de 200 ataúdes, que serán donados a personas de escasos recursos, que pierdan a un familiar por covid-19. Cuatro voluntarios, entre maestros y alumnos de carpintería que dicta la Dirección de Desarrollo Productivo del GAD cantonal, hacen la labor. La empresa Placa Centro Masisa presta sus talleres el trabajo.
El Gobierno anunció que pidió a los GAD información de los servicios mortuarios para elaborar un registro nacional.