Redacción Manta
Desde inicios de este mes comenzó la veda de la sardina en todo el país. Por eso, los pescadores artesanales, como Noé Cedeño, dice que debió cambiar de actividad hasta que termine la prohibición, prevista para octubre.
Noé vive en el sitio Los Arenales, al noroeste de Crucita (Manabí). Esta es la segunda veda de la sardina, popularmente conocida como la pinchagua. La primera se realizó entre marzo y abril.
En estos meses, el trabajo para dueños de los barcos, los pescadores y el personal de limpieza de sardina se reduce. Según el subsecretario de Recursos Pesqueros (SRP), Guillermo Morán, la medida de preservación es necesaria.
En esos meses de vedas, la sardina entra en el proceso de reproducción. Ese es el ciclo que se quiere salvar y darle por lo menos más respiro a esta especie que ha mermado su población.
100 barcos, que se dedican a la actividad en las cuatro provincias costeras del país, utilizan para sus capturas el sistema de red de cerco. Este sistema consiste en poner una especie de cerco para atrapar a la especie.
En la provincia manabita, el problema se agudiza en las caletas de pescadores como Machalilla, Jaramijó y Los Arenales. En esos enclaves marinos, al menos unas 2 000 familias se quedan en la desocupación.
Antes era peor, ahora por lo menos la mayoría de propietarios de las embarcaciones entre barcos y lanchas de fibra de vidrio realizan reparaciones a sus naves, comenta José Rosado, un pescador artesanal de Jaramijó.
Las actividades que desarrollan son raspar los cascos de los barcos, ayudar en la reparación de los motores, cambiar algunos tablones de madera que se dañan, pintar y soldar en las naves.
Otros armadores pesqueros prefieren cambiar la arte de pesca. Utilizan el sistema línea de pesca o ‘long line’ (en una cuerda cuelgan los anzuelos).
Roque García es propietario de un barco con capacidad para 40 toneladas. Vive en la zona de Los Esteros en Manta. “No podemos parar. Hace cuatro meses la embarcación fue reparada y por eso vamos en busca del atún que podamos encontrar a ocho días de navegación”.
En Los Arenales, 1 500 personas que trabajan en la limpieza y desviscerado de la sardina buscan otras alternativas de empleo. Blanca Saldarriaga viaja tres veces por semana a Portoviejo, para lavar ropa ajena. Es una alternativa cuando hay veda, dice.
Los propietarios de las 20 microempresas que se dedican a curtir la carne de sardina con limón esperan que llegue octubre para que todo se normalice.