Me atrevo a creer que es un italiano quien mejor conoce por el derecho y el revés, por todos sus pliegues y repliegues, aquella realidad que suele designarse como del ‘Ecuador profundo’. Es decir, la vida, los anhelos, las costumbres, los éxitos y los fracasos de esa mitad de nuestro país que se hunde en medio de los ámbitos campesinos o que hace poco no más ha migrado hasta el lacerante cinturón de pobreza que envuelve las grandes ciudades ecuatorianas. El italiano se llama José Tonello, trabaja desde hace una década en las zonas rurales y acaba de publicar – editado por Carlos Crespo Burgos, un antiguo alumno mío – un modesto librito que se titula ‘Orientaciones para la acción transformadora’, primero de unos manuales sistemáticos. Tonillo es ahora director del llamado con nombre algo difícil Grupo Social del Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio. Para entendernos desde un comienzo, digamos que ese título en latín fue el nombre de una Carta – una Encíclica – enviada al mundo hace 43 años por el papa Paulo VI, cuando un momento especialmente delicado respecto de los católicos, ya que el Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII, el pontífice bondadoso, luego del doctrinario y asténico Pío XII, fue la ocasión de que afloraran muchos anhelos y turbulencias latentes desde hace tiempo en la vida de la Iglesia. La Carta originó discusiones de muchos sectores, pero fue fundamental para el arranque de las acciones católicas en muy diversos campos. Tan es así que el primer capítulo del librito, ‘Así hemos visto al Ecuador’, enumera lacerantes evidencias: “El 30% de la población vive por debajo de la línea de la indigencia – o pobreza extrema–, o sea con menos de un dólar cada día. Otro 30% vive por debajo de la línea de la pobreza, o sea con más de un dólar y menos de dos dólares al día. Esto significa que 6 de cada 10 personas son pobres en el Ecuador. Dentro de las áreas rurales marginales donde intervenimos con nuestro trabajo, estas medidas son todavía más dramáticas: el 80,6% de la población se encuentra por debajo de la línea de la pobreza, y dentro de este total, el 36,5% en pobreza extrema”.Y el increíble contraste: a pesar de esta escandalosa situación, el Ecuador es un país rico (en recursos naturales, en productos, en culturas, biodiversidad, en condiciones climáticas, en paisajes) en el cual se podría vivir bien, si la riqueza total se distribuyera con más equidad. Tonello juzga que toma fuerza una economía social-solidaria, que no es una forma de encubrir la pobreza. Y allí se enumeran muy heterogéneos medios abiertos a ser discutidos: drástica reducción de gastos militares; manejo organizado de las finanzas del pueblo; empresas comunitarias; eliminación del acaparamiento; creación de nueva riqueza; conservación de recursos naturales, etc., etc.