La celebración del Corpus Christi es una fiesta religiosa que se remonta a la Colonia española y que se rememora cada junio en Cuenca.
Desde la noche de este jueves 19 de junio del 2014 y por siete días, en el Centro Histórico habrá un ambiente colorido, religioso y festivo. Los elementos principales son la pirotecnia y los dulces.
Un total de 104 puestos de dulces se ubican alrededor del Parque Calderón en los portales junto a las catedrales Vieja y de la Inmaculada Concepción (Nueva). Toman el nombre de “Dulces de Corpus” porque estos manjares nacieron con la adoración al cuerpo y la sangre de Cristo.
Según el historiador cuencano, Juan Cordero Íñiguez, el Corpus se remonta a la conquista española, a tiempos muy antiguos de la iglesia católica. La costumbre de elaborar los dulces empezó en los conventos. Las monjas entregaban a quienes llegaban para orar. Elaborar bizcochos, kuskingas, faldiqueras, monjas…
Con el paso del tiempo algunos dulces se mantuvieron, otros se perdieron y otros se modificaron. Pero en la actualidad en los puestos del Centro Histórico se ofrecen más de 30 variedades que tienen como ingredientes principales la harina, frutas, coco, leche, azúcar, huevos… De esta forma Cuenca vive su semana más dulce.
María Carchi, tiene 53 años y lleva 25 años al frente de su microempresa de dulces de Corpus. Produce todo el año y su elaboración la aprendió de sus abuelas cuando era niña. Por ellas supo que los nombres acuñados a los dulces más antiguos tuvieron relación al momento social e histórico que se vivía. A continuación les detallamos de dónde surgieron los nombres de siete dulces de Corpus.
Pucanahui
En quichua significa carita rosada. Son las arepas de maíz que en su parte superior toman una tonalidad rosa. Se las llamó así porque asemejaban a las mejillas rosadas de las cholas cuencanas. Para su elaboración se forma una con huevos, harina de maíz, mantequilla y trago de punta. Se amasa bien para conseguir que se esponje antes de ingresar al horno.
Kuskinga
Palabra kichwa que significa amarillo o dorado. Se le denominó así porque cuando este bocadillo estaba listo en el horno obtenía esa coloración especial y los antepasados solían decir “ya está kuskinga”. Se elabora con leche, huevo, harina y manteca.
Para este dulce se elabora una masa con harina, jugo de naranja y cáscara de naranja rallada, azúcar, huevos y mantequilla. Cuando está lista la masa se forman bolitas con las manos y con ayuda del mango de una cuchara se hace un hueco y se lo rellena con mermelada. Precisamente por su forma final de olla adquirió ese nombre.
Huevos de faldiqueras
Antiguamente era un dulce que lo elaboraban las familias del campo. Tomó ese nombre por su forma redonda, pero sobre todo porque los hombres solían llevarlo en un bolsillo del pantalón para en sus jornadas de trabajo consumirlo, elevar su energía y protegerse del frío. Está compuesto de maní y azúcar, que se cocinan en su punto. También era preferido por los militares.
Pañuelo
Tiene forma de triángulo y en su interior está relleno de mermelada, manjar o cortado de guayaba. Una vez elaborada la masa suave se la extiende con un rodillo, se corta en cuadros y se unen las dos puntas para quedar como un pañuelo. Sus ingredientes son huevo, mantequilla y guayaba.
Monjas
Este manjar representa a las religiosas. Son delicados envueltos elaborados a partir de la leche, harina de arroz, azúcar y vainilla. Los ingredientes se cocinan a punto de melcocha. Esa pasta se coloca en moldes y con ayuda de las manos se enrolla y se coloca una nuez en el centro. Al envolverse y por su coloración crema lo relacionan con una monja y su vestidura
Se elabora con la clara de huevo y azúcar. Se bate a punto de nieve y una vez que el merengue esté esponjoso se coloca porciones con los decoradores sobre una lata de horno a una temperatura baja y durante casi 30 minutos para que poco a poco sequen, tomen color y queden crujientes. Si se desea le agregan color. Este nombre fue acuñado por los españoles que le llamaban suspiro a los merengue por su suave textura, dulce y delicado.