Olga Imbaquingo Revelo. Corresponsal en Nueva York
Es a la voz del Carnaval, responde Walter Sinche cuando escucha la pregunta, ¿cómo es la vida de los ecuatorianos sin seguro médico en Estados Unidos?
El debate sobre la reforma de salud está candente en este país. Mientras tanto, los inmigrantes no solo se sienten marginados sino humillados por convertirse en la fuente de conflictos. Es que este momento, la propuesta expresamente los margina.
Los problemas
EE.UU. gasta USD 8 000 en salud por persona. Cada año esto aumenta 9%. La reforma busca reducir ese costo.
El problema de la falta de cobertura no solo afecta a los indocumentados. Para los legales, depende de cuánto puedan pagar por un seguro.
“Si nos enfermamos nos aguantamos” dice Sinche, quien tiene estatus legal en este país. Pero no tiene seguro médico, porque la compañía donde trabajaba no lo aseguró. Tampoco puede aplicar al plan de Medicaid, ya que ganaba algo más de 12 000 anuales, cifra que marca la frontera entre los muy pobres y no tan pobres.
Sinche, un electricista en el área de la construcción, ahora está sin trabajo. Su pareja, la alemana Bárbara Hildebrandt, tampoco tiene seguro médico desde que la empresa para la que trabajaba en mercadeo la despidió.
“No entiendo por qué EE.UU. no tiene un seguro universal como en Alemania. Cuánto sufrimiento nos ahorrarían”, dice.
Pagar un seguro por su propia cuenta costaría a un inmigrante un promedio de USD 350 a 400 mensuales. Cuando el dolor los aniquila, recurren a los servicios médicos clandestinos.
A María Lorena se le infectó una muela. Su vecino le advirtió: “Si vas adonde un dentista regular te costará USD 300”. Ella optó por ir adonde una solicitada y encubierta odontóloga ecuatoriana que atiende en Queens, en Nueva York. Por USD 60 salió con la muela curada y con la recomendación de que si le duele tome Tylenol y agua de manzanilla para bajar la inflamación. Esta odontóloga no puede prescribir remedios porque no tiene licencia.
El miedo de ir a un hospital es por el alto costo y por el temor a que les pidan papeles. Eso ha hecho que muchos inmigrantes que residen en Nueva York tengan un surtido botiquín de medicinas enviadas desde el Ecuador, una canasta de hierbas compradas en la tienda local Los Paisanos y libros de medicina casera.
Pero si el dolor arrecia buscan alternativas a kilómetros de distancia. “Nos enfermamos aquí, pero nos recetan en Ecuador”, refiere Fanny Guadalupe. Ella trabaja como taxista y en joyería.
Ella conoce a connacionales que llaman al Ecuador para que la mamá o el hermano consulten al doctor del barrio . “¿A qué se deberá esta hinchazón del estómago que tengo clavada en el lado derecho?”. El galeno desde Cuenca prescribe las medicinas.
“Es una vida limitante y de miedo. Lo que hacen es cuidarse con remedios caseros y no faltar al trabajo por temor de perderlo. Pero si por el dolor se ven obligados a ir un hospital, se asustan del idioma y del costo”, refiere Verónica Piedra, coordinadora de juventudes del Ecuadorian International Center, que actúa como el sitio de referencia para el hospital neoyorquino Elmhurst.
No obstante, si ya no pueden más del dolor, acuden a algún hospital. Allí, la primera pregunta que hacen no es ¿Qué le duele? sino ¿Tiene seguro médico?
Si usted dice que no, la casa de salud buscará, a como dé lugar, que si va a pasar una noche en emergencias, garantice el pago de USD 7 000. Si se trata de una operación de apéndice el precio subirá a más de USD 40 000.
Testimonio
Manuel Muñoz / Heladero
Trabajé varios años de cerrajero para una empresa italiana. Al principio, ellos eran buenos, pero nunca me dieron un seguro médico. Durante el trabajo, me entraron pedazos de metal en el ojo y casi lo pierdo. Después, por tratar de sostener una varilla grande de metal para que no caiga al piso, me dañé el brazo. Ahora no lo puedo mover con libertad. Por último, cuando podaba un árbol, en la misma empresa, pisé mal y me caí. No sé qué tengo en el pie derecho, pues cojeo al caminar.
Cuando los italianos vieron que me podía convertir en un problema por la falta de seguro médico, me despidieron. Posteriormente, les seguí un juicio y hace pocos días me enteré que lo perdí, porque dizque no existen suficientes pruebas. Hay días en que el pie, el ojo y el brazo duelen mucho y la única medicina que tengo es un Tylenol. Pero ya ni eso me alivia.