En la parroquia de La Magdalena, en el sur de Quito, se registra un gran número de casos de contagiados con covid-19. Las personas suelen aglomerarse en ese sector de la capital. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
La Magdalena es una de las parroquias urbanas del sur de Quito con más casos de covid-19. Según datos del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) provincial, 561 contagios se han reportado en este sector hasta el 20 de julio del 2020 y las acciones de control se han reforzado en ese sector por parte de las autoridades.
Allí vive Lizeth (nombre protegido), una joven de 25 años, cuya familia atraviesa una situación difícil por la pandemia. Su abuelo falleció el pasado fin de semana por sospecha de coronavirus y 22 parientes tienen síntomas de esa enfermedad, incluyendo niños de diferentes edades.
La mujer pide al Gobierno nacional y al Municipio que les ayuden con pruebas de diagnóstico debido a que todos sus tíos perdieron sus trabajos y sus pequeños negocios cerraron. A continuación su testimonio:
“Mi abuelito ingresó al hospital el jueves de la semana anterior. No sabíamos que se enfermó de covid-19 hasta la noche que lo llevamos al centro asistencial. Su cuadro médico fue fulminante, no presentó síntomas con anticipación, sino que fue de un momento para otro. Cuando su salud se agravó, no podía respirar, tenía fiebre y tos seca. Logramos que lo internaran rápidamente porque su caso era grave.
Primero estuvo en una sala de espera y finalmente logramos conseguir una cama. Él tenía 75 años y era carpintero, trabajaba en el taller de su casa en La Magdalena. No nos imaginamos que se iba a contagiar, pues nunca salía. Siempre se quedaba con mi abuelita y era muy disciplinado. Él construyó su vivienda rentera en la que viven sus cinco hijos y sus nietos.
También alquilaba unas piezas a unos mecánicos y una habitación a unas personas que siempre salen a trabajar en la calle como cantantes, todos los días. Cuando lo llevamos al hospital, el doctor nos dijo que posiblemente se contagió en el mismo inmueble, cuando caminó por los sitios donde hay una gran cantidad de gente. Tal vez topó los pasamanos o las paredes, quizás caminando en las gradas, no sabemos.
Murió el domingo 19 de julio, pero ahora la situación se complicó para mi familia. Todos compartíamos mucho con mi abuelito y almorzábamos con él casi todos los días. Nos reuníamos en la mesa y luego conversábamos con él en el mismo lugar. Ahora, 22 parientes tenemos síntomas de covid-19. Nos duele la cabeza, tenemos tos seca y algunos han perdido el sentido del olfato. A mi abuelita le falta la respiración, tiene tos. Ayer se hizo un examen de coronavirus y salió positivo. Estamos muy asustados, su estado de salud es crítico.
Todos nos quedamos sin trabajo por la crisis económica. Un tío se dedicaba a vender salchipapas en la calle y no ha podido trabajar. Ahora sobrevivimos con el poco dinero que reunimos, la comida que nos regalan los vecinos y otros parientes que no viven con nosotros.
Los niños de la casa también tienen problemas de salud y presentan fiebre y tos. El más chiquito, de dos años, vomita al poco tiempo que termina de comer. Los adultos de la casa sufrimos casi los mismos síntomas y rogamos a las autoridades para que nos realicen pruebas de diagnóstico.
También queremos que mi abuelita reciba atención médica, no queremos que se muera. Tampoco mis parientes que viven en la misma casa. Lo único que pedimos es que nos realicen las pruebas”.