El Dr. Espejo…

Ahora,  cuando estamos recordando y enalteciendo la acción del 10 de Agosto de 1809, hito decisivo en el proceso de Independencia no solo de Quito sino del resto del continente, es conveniente rememorar al precursor Dr. Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo.

Ha fallecido en Ambato el Dr. Reinaldo Miño V., Médico de profesión,  quien se educó en la Universidad Central de Quito y obtuvo su graduación al rededor de 1950.  Joven rebelde, orador aventajado incursionó en la política, pero solo obtuvo decepciones, igual que otro brillante compañero, este en jurisprudencia, Juan Manosalvas Vaca.

Pero el Dr. Miño ha dejado un estudio de la situación sanitaria de la época colonial del Dr. Espejo, cuando los indígenas -sometidos a clara esclavitud-, morían víctimas de la tuberculosis. José Cocamita, Alonso Tinvanquisa, Cristóbal Alopinto y Mateo Pangui sucumbieron entre miles. “Le dio un pasmo y murió”. El pasmo era, seguramente, la tuberculosis.

En  1785 -según el Dr. Miño- “…un ecuatoriano genial, Francisco Eugenio de Santa Cruz y Espejo, adelantándose casi en un siglo a las comprobaciones de Villemin y en cerca de dos a algunos de los fundamentos básicos del conocimiento actual sobre tuberculosis, recomendó no aislar demasiado a los enfermos indicando que aunque su dolencia es contagiosa, a juicio de los mejores físicos no son sus hálitos tan activos y volátiles que puedan ocasionar daños en alguna distancia”. “He descubierto, dice, que la planta exótica en esta provincia que la llaman del cristal es buena para curar a los tísicos”.

El Dr. Miño se ha interesado en reconocer la planta denominada cristal yuyo, cosechada en Ambato, donde crece espontáneamente. Relata que en el Instituto de Ciencias Naturales se hizo una primera investigación del cristal yuyo ambateño y se enumera la serie de elementos que esta planta contiene: bioflavonoides, rafideos, alcaloides, auronas, tanino, saponinas y triterpenos. Propone: “Como Espejo asegura haber curado a los tísicos con el cristal yuyo, valdría la pena averiguarlo. Tal vez haya quien se ría de nuestra proposición en el tiempo de la rifampicina y la isoniacida. Tiene pleno derecho”.

Propone que la obra del Dr. Espejo, ‘Reflexiones Médicas’ sea de estudio obligatorio en la Facultad de Medicina. Con proyección política, estima que así, “a más del banco de preguntas a lo yanqui”, nuestros médicos aprenderían a curar “las viejas y actuales lacras de la Patria”…

Para terminar, el autor de ‘Discrepancias’ -editada en el año 2007- expresa: “Desterrado, pobre, tísico y sin camisa, murió Bolívar en San Pedro Alejandrino.

Murió soñando en la unidad de América Latina. Sueño igual y lucha igual a la de Eugenio Chusig Aldaz, un antiguo vecino nombrado Espejo.

En esta fecha, todo honor para el prócer Dr. Eugenio Espejo, honra del Ecuador.

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