Redacción Cultura
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Con voz firme, Medardo Luzuriaga extiende su brazo derecho para indicar las placas de reconocimiento que copan toda una pared de la sala de su vivienda.
La Universidad Estatal de Bolívar, Concejo Cantonal de Loja, el Congreso Nacional, la Primera Bienal de Artes en Loja, Ministerio de Cultura, son algunas de las instituciones que mencionan la “exitosa labor de Don Medardo y sus Players”.
“Me siento muy contento. Son 93 discos que hemos logrado producir en los últimos 40 años. Es casi media vida en los estudios de grabación”, dice el artista, de 72 años, sentado en un sillón de su casa, ubicada cerca de la avenida Isaac Albéniz, en el sector de El Inca, en el norte de Quito.
Allí pasa poco tiempo, pues la otra mitad de su vida se desenvuelve sobre un escenario, ya sea en el país o en el exterior.
Este viernes cantará en el coliseo Rumiñahui, junto con cuatro bandas colombianas, en un homenaje a sus cuatro décadas.
Para don Medardo, nacido en Loja y radicado en Quito desde hace 51 años, su éxito radica en su estilo. “Difundimos nuestra música con otro ritmo. Tomamos los sanjuanitos, los aires
típicos, los pasacalles y los tocamos con ritmo tropical. La gente en el país lo aceptó y en países extranjeros también”.
El aguajal, El aguacerito, La cumbia chonera, La esquina de Pérez, son algunas de las canciones que lo llevaron a la fama.
Para Rubén Barba, compositor de la canción A mi lindo Ecuador, las fortalezas de don Medardo fueron su formación y su creación. “Medardo es un músico de conservatorio, formado, por lo tanto, sabe dirigir y hacer los arreglos. La orquesta desde que comenzó tuvo esa característica: los arreglos hechos por Medardo tenían una magnífica calidad y un muy buen gusto”.
Luzuriaga estudió en el Conservatorio de Loja a los 13 años. Al poco tiempo ya tocaba batería, violín y guitarra, por lo que integró agrupaciones como La Tropical Boys, Los Juanchos, la orquesta Zamora Fox.
Tras graduarse como bachiller en Humanidades Modernas, en el Colegio Bernardo Valdivieso, de Loja, en 1958, optó por seguir Derecho en la universidad estatal. Después de un año suspendió esa carrera, cuando emigró a Quito. Pero su pasión por la música le llevó a entrar al Conservatorio Nacional, sin dejar la cátedra de Metodología de Música, en los normales Juan Montalvo y Manuela Cañizares, así como en el Colegio Simón Bolívar.
Y sin conformarse con todas esas ocupaciones, tres años después integró la Orquesta Sinfónica Nacional como violinista.
Guillermo Uquillas, ex director del grupo Los Fabulosos y compañero, reconoce a don Medardo como un hombre talentoso y activo.
“Toda la vida se ha dedicado a la música. Cuando estaba en la Sinfónica también formó parte del quinteto América y fuimos compañeros”.
Uno de sus triunfos se cumplió en 1965, cuando Quito fue designada sede de los V Juegos Bolivarianos. Allí, el comité organizador eligió al profesor Medardo Luzuriaga como director de un coro unificado.
“Eran 1 500 estudiantes de 15 colegios: 500 sopranos, 500 contraltos y 500 tenores. Yo los preparé y cantaron los himnos nacionales de los países bolivarianos, en el estadio Olímpico Atahualpa. Al final me dieron una medalla grande”, recuerda con una sonrisa de satisfacción.
En 1969 creó la banda que lleva su nombre con jóvenes lojanos. Al poco tiempo debió dejar a un lado su trabajo docente, pues la orquesta le consumía debido a que las presentaciones iban en aumento. Por esto, tras 15 años de ser violinista en la Sinfónica, dejó la agrupación.
Don Medardo prefiere no hablar de su vida sentimental, pero su hijo mayor, que lleva el mismo nombre, refiere que su padre amó a seis mujeres, con quienes tuvo 12 hijos.
Actualmente, cuatro de ellos (Miguel Ángel, Marcelo, Mauricio y Manuel) forman parte de la orquesta. Le han acompañado a la mayoría de las 40 giras, nacionales e internacionales. Con su música tropical, Don Medardo y sus Players ha llegado a Colombia, Venezuela, Perú, Costa Rica, México, Estados Unidos y Canadá, “Vamos donde les gusta mucho la cumbia”, dice el compositor, que también estuvo hace cuatro años en España e Italia.
“Mi meta es llegar a grabar el volumen 100, sería un récord. Quizá para 2011 podamos cumplirlo. Estoy muy contento”. Nunca olvida que el disco siete, en el que está El aguacerito, le abrió puertas. Fue premiado por la Compañía Remo Records de Nueva York y un disco de platino de Fadisa por la mayor venta en Ecuador.