Hermosa urna que contiene una estatua yacente de San Juan Bosco llegará a Quito en la presente semana. En ella está, como preciosa reliquia, parte de la osamenta del insigne apóstol de la niñez desvalida tanto en campiñas y urbes. Dentro de cinco años se cumplirá el segundo centenario de su nacimiento en una familia campesina humilde del norte de Italia. Dotado de excepcionales dones de inteligencia, imaginación, disciplina y trabajo, junto a sus carismas de simpatía y risueña bondad, le permitieron atraer a niños y jóvenes.Dueño de onda espiritualidad y contagiosa devoción, ya ordenado sacerdote, colaboró con instituciones religiosas de su diócesis incorporando en ellas nuevos y hasta revolucionarios métodos de catequesis y enseñanza con los cuales conquistó el multitudinario afecto de los menesterosos, inculcándoles esperanza, solidaridad y amor al prójimo. Escuelas dominicales, oratorios festivos, música, cantos y bandas musicales, hasta prestidigitación y acrobacia, le sirvieron para atraer a la juventud. Con el tiempo fundó dos congregaciones, una de hombres y otra de mujeres, para expandir sus enseñanzas por el mundo entero, incluso con misiones donde no había llegado todavía el llamamiento de Cristo.Gracias al renombre de los salesianos fueron llamados por gobiernos de múltiples estados para confiarles la educación. Don Bosco, con el aplauso de la Santa Sede, se empeñó en que las aptitudes educativas de los salesianos cubrieran el mayor campo posible. Don Bosco bendecía los nuevos grupos de misioneros que partían hacia todos los rumbos. Esa titánica labor le fue consumiendo. También los gobernantes y prelados del Ecuador solicitaron con insistencia una misión de religiosos y religiosas de las congregaciones fundadas por Don Bosco, tanto para la educación urbana y rural de Costa y Sierra, cuanto para propagar de la fe en la Región Amazónica. El 6 de diciembre de 1887 Don Bosco despidió en Turín la expedición destinada a nuestro país, y la bendijo. El viaje duró más de un mes. Aquel grupo pionero de salesianos llegó a Guayaquil el 12 de enero de 1888 y, en difícil ascenso a los altos Andes, arribaron a Quito el 26 de enero. Aquella fue la última expedición que personalmente bendijo Don Juan Bosco, la triste noticia de cuya muerte, ocurrida el 31 de enero de aquel año, llegó poco después al Ecuador, cuando ya se habían iniciado los trabajos apostólicos propios de sus carismas.Ahora, tras 122 años de labor, todos reconocen la magnitud de la obra salesiana en Ecuador. Las reliquias de San Juan Bosco están recorriendo nuestro país del 8 al 28 de abril, y en Quito estarán cinco días. El 15, a las 19:00, se celebrará solemne eucaristía en la Catedral, y luego continuarán su recorrido para visitar las 132 naciones donde están presentes los salesianos.