Pablo Campos y Luis Cheme. Quito y Guayaquil
El 3 de diciembre de 2008 es un día inolvidable en el calendario de recuerdos del Deportivo Quito. La noche de ese frío jueves en el estadio La Cocha de Latacunga, el equipo chulla logró el título al vencer al Macará por 2-0.
Las postales de la victoria mostraban una celebración eufórica de los jugadores, del técnico Carlos Sevilla, de los directivos, del utilero… Toda la plantilla festejaba, excepto tres integrantes: el médico Pablo Cisneros y los jugadores Oswaldo Minda y Luis Checa.
En el complejo de Tumbaco. Marcelo Gallardo es el médico de El Nacional. Es traumatólogo y lleva más de una década en el equipo. Da charlas sobre sexualidad al equipo.
El defensa y el volante fueron llamados para cumplir el control antidopaje, que se realiza obligatoriamente al final de los partidos de liguilla.
Los futbolistas y el galeno tuvieron que suspender su festejo para ir a la sala de control médico del estadio y realizar la prueba, que consiste en llenar un frasco con orina. Las muestras después son selladas y enviadas a Chile para el análisis completo.
La misión no es tan fácil: un jugador pierde entre uno y dos litros de líquidos por el desgaste en un partido. Ello origina que el médico y los jugadores tengan que esperar, en muchos casos, largas horas hasta terminar la prueba.
Hasta hace cinco años, en Ecuador estaba permitido suministrar cerveza a los jugadores para facilitar la expulsión de la orina. Sin embargo, las autoridades de Ecuafútbol decidieron suprimir esta ayuda por algunos excesos.
Aquel 3 de diciembre de 2008, Checa terminó su prueba sin inconvenientes. Ese día, Minda careció de suerte y tuvo que esperar dos horas para llenar la muestra.
Cuando los tres miembros del Deportivo Quito salieron de la sala médica, el estadio La Cocha lucía desierto y las luces se habían apagado. La caravana de jugadores, cuerpo técnico e hinchas había regresado hace rato a la capital para continuar con los festejos.
“Nos tocó coger un taxi en la vía”, recuerda el médico, mientras mira una práctica del equipo en el complejo de Carcelén.
“Me comunicaba por teléfono con el coordinador Vladimir Ortiz, le pedía que el bus fuera más lento para alcanzarlo. Solo pudimos hacerlo en el Trébol”, recuerda el galeno quiteño, que lleva 12 años velando la salud de los jugadores del equipo chulla.
Cada médico tiene un récord de horas de espera en los controles de dopaje. Marcelo Gallardo, doctor de El Nacional, cuenta que esperó seis horas a que Omar de Jesús terminara su prueba tras un partido de la Libertadores en Argentina. o Jorge Panchi de Espoli, quien estuvo tres horas con Santiago Morales en Riobamba.
Pero acompañar a los jugadores en los controles no es la única función de los galenos. Además, deben supervisar la salud de los deportistas, fijar los menús de las concentraciones, dar charlas de prevención y en ocasiones recibir llamadas de estos en la madrugada y actuar como médicos de cabecera .
‘La cancha se parece a una sala de emergencias’
Jorge Panchi es el médico de Espoli y a la par trabaja en Emergencias en el hospital Eugenio Espejo, en donde ha atendido casos de suicidios, asesinatos… Él dice que en sus dos trabajos debe estar muy concentrado. “La cancha de fútbol se parece a una sala de emergencias. Hay que saber actuar con prontitud”, dice mientras se acomoda sus gafas negras.
Panchi relata que los golpes más comunes en la cancha de juegos son los dolores musculares y articulares. Por ello, su botiquín está repleto de relajantes musculares, pastillas para el dolor, vendas, guantes y tijeras.
El galeno aún recuerda la lesión del volante Jairo Ugalde en 2005 como la más grave que le tocó atender. Durante un entrenamiento, el mexicano chocó con uno de los arqueros, cayó y empezó a tener convulsiones. “Por suerte no pasó a mayores, pero siempre hay que estar alerta”.
Marco Lascano, el médico de Liga, también registra experiencia como médico de emergencias. Él dice que en las lesiones es clave saber actuar a tiempo.
El galeno cuenta que el botiquín en Liga es bastante completo: “Hay antiinflamatorios, antibióticos, medicina antialérgica. Tratamos de que los muchachos tengan todo en orden”.
En cambio, Pablo Cisneros, de Deportivo Quito, lamenta que en el club no haya equipos para atender emergencias. “Aquí hacen falta equipos de resucitación y de primeros auxilios. Gracias a Dios nunca ha pasado nada grave”.
Cisneros dice que una de las lesiones más graves que le tocó atender fue la fractura triple de radio y cúbito del zaguero argentino Eduardo Lell, quien saltó a cabecear un balón y cayó de gran altura con todo el peso de su cuerpo encima de su brazo. También tuvo que esforzarse al máximo para atender a Pablo Palacios, que sufrió una conmoción tras chocar con una defensa de El Nacional en la temporada 2007.
Actitudes paternalistas y consejos de sexualidad
Bosco Mendoza es médico de Barcelona desde 1973. En estos 36 años ha tejido una red de amistad con los jugadores del equipo torero que no dudan en llamarlo cuando tienen problemas.
Antes lo buscaban en el teléfono convencional de su casa y ahora lo llamaban a su celular, que está prendido todo el día. ‘Bosquito’, como se conoce al médico en el club, ha tenido que atender llamadas de jugadores como Hernán Encina, que le telefoneó una madrugada para preguntarle cómo curar un dolor intestinal de una de sus hijas. Algo similar le sucede a Efraín Paredes, el médico de Emelec desde 1993.
El doctor Paredes cuenta que jugadores como Marcelo Elizaga, Mariano Mina, Polo Wila, José Aguirre y Carlos Quiñónez recurren a él continuamente para pedir su ayuda médica. Elizaga es uno de los que más requiere su ayuda para atender a sus hijos.
“El médico debe convertirse en un confidente del jugador. Eso fortalece la amistad”. asegura convencido el galeno Mendoza.
En ello concuerda Marcelo Gallardo, el médico de El Nacional. Él todos los años realiza charlas sobre orientación sexual con los jugadores criollos. “Hablamos de la importancia de cuidarse, de prevenir enfermedades”. Gallardo dice que los jugadores deben tomar recaudos antes de los partidos. “Si hay una actividad sexual exagerada antes del partido no se puede rendir igual”.
La automedicación está prohibida en los equipos
“Si tenemos algún dolor o una gripe no debemos automedicarnos. La solución es simple: hay que llamar al médico del equipo y que él nos recete”, dice el musculoso Diego Armando Calderón, zaguero de Liga. Su criterio es compartido por Pavel Caicedo, de El Nacional, quien considera un error tratar de automedicarse o evitar dar la información a los galenos del equipo.
¿Por qué tanta cautela? Todos los años, la Comisión Nacional de Control Antidopaje exhibe una lista de medicamentos prohibidos para los jugadores: el uso de anfetaminas, efedrina, testosterona… está vetado para los deportistas. “Lo que se busca es evitar que se puedan sacar ventajas físicas en la competencia”, dice Panchi.
Ello ha obligado a que los equipos tomen recaudos. La lista de medicamentos prohibidos es una suerte de ‘biblia’ para los médicos, que la consultan permanentemente en el momento de recetar un medicamento a los jugadores.
Los doctores también supervisan el uso de suplementos vitamínicos de marcas comerciales. “Siempre les pedimos que antes de comprar esos productos nos consulten”, dice Lascano.