Un campamento militar provisional organizado en el coliseo de la parroquia Santiago de Panantza. Foto: Fernando Flores para EL COMERCIO
La tensión y el miedo se apoderó de los habitantes de la parroquia Santiago de Panantza, en Morona Santiago, desde el lunes 21 de noviembre. Un grupo de comuneros de la etnia Ashuar ingresó ese día sin autorización al campamento minero llamado La Esperanza de la empresa china Explorcobres.
La madrugada del lunes unos 200 comuneros, con los rostros pintados con wituk negro, un tinte orgánico que utilizan durante “las guerras”, irrumpieron en el campamento, según pobladores y uniformados presentes en la zona.
Horas después, la parroquia se llenó de centenares de militares que arribaron desde Loja, Gualaquiza y Patuca. Tras un operativo y un nuevo enfrentamiento registrado el martes 22 de noviembre, lograron desalojar a los manifestantes. En total, 17 personas resultaron heridas: 16 policías y un guardia de seguridad.
Las huellas de los enfrentamientos se observan en el puente de acceso al campamento. Grandes hoyos y resquebrajamiento de la calzada dejó un supuesto uso de explosivos. Según Luis Altamirano, comandante de la Brigada Cóndor, los policías fueron heridos por perdigones de carabinas. “Es muy grave que estas personas tengan este tipo de explosivos y que los usen sin medir las consecuencias”.
El sonido de las detonaciones también alarmó a las personas de la comunidad. “Se escuchaban los sonidos de disparos y gritos. Estábamos muy asustados”, contó Sonia T., habitante del sector.
Unos 300 militares patrullan la zona constantemente. Hay camiones y vehículos blindados, y hombres armados en cada cuadra. La base de operaciones se instaló en las canchas comunitarias, en el centro de Santiago de Panantza.“La prioridad es salvaguardar la seguridad de la población civil”, dijo el teniente David Enríquez.
San Carlos Panantza es uno de los cinco proyectos mineros a gran escala catalogados como estratégicos por el Gobierno. El proyecto está en fase de exploración avanzada, confirmó ayer el ministro de Minería, Javier Córdova.
Para los comuneros Ashuar, las actividades de la firma se desarrollan en territorio ancestral. “Decidimos desalojar a los intrusos. Este territorio nos pertenece a los Ashuar y estamos dispuestos a todo por recuperarlo”, dijo Raúl Ankuak, vocero de la comunidad.
Él relató que sus compañeros, quienes se encuentran actualmente ocultos en la selva, ingresaron pacíficamente a la mina el lunes, y pidieron a los trabajadores y personal de seguridad que se fueran.
Siete familias de la parroquia colocaron una bandera del Ecuador en el balcón de su casa como símbolo de rechazo al proyecto minero de Explorcobres. “Tenemos miedo de lo que ocurrirá aquí cuando la empresa empiece a explotar el cobre de la mina; no sabemos qué nos espera”, dijo Aurelio I., otro morador.
Pero no todos están en contra de la actividad. “La gente se opone sin saber que este proyecto nos puede traer progreso y más fuentes de trabajo. Nuestro pueblo puede prosperar”, opinó Raúl Hernández, morador de la parroquia.
El proyecto estuvo suspendido desde el 2006 hasta hace tres meses cuando retomaron actividades. Ese reingreso de maquinaria de la firma china a la concesión generó enfrentamientos menores entre policías y comuneros.
Leonardo Elizalde, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Explorcobres, relató que se realizará una evaluación de los daños en el campamento. También mencionó que durante los años que el proyecto estaba parado se llevaron a cabo trabajos de acercamiento con la comunidad. En ese entonces enfrentaron procesos legales sobre la titularidad de los terrenos, que ganaron, según Erizalde.
Pero los comuneros no se han retirado. “Los compañeros permanecen vigilantes en el cerro y esperan la oportunidad para volver a posesionarse de su tierra. No nos rendiremos”, aseguró Ankuak.