Una de las víctimas denunció a la Policía el abuso al que era sometida, por parte de su abuela. Foto: Imagen referencial Archivo/ EL COMERCIO
Cada martes, viernes y sábados, la historia se repetía. Dos hermanas eran encerradas en cuartos, en donde minutos después ingresaba un hombre y abusaba sexualmente de ellas. Las dos adolescentes fueron víctimas de trata desde hace varios años.
La noche de ayer, jueves 15 de octubre del 2015, la Dirección Nacional de Policía Especializada para niños y adolescentes (Dinapen) rescató a dos menores de edad, de entre 12 y 16 años, que eran obligadas a prostituirse. El operativo se llevó a cabo en el centro de Quito.
Ximena Encalada, jefe de la Dinapen de Pichincha, explicó que los casos por abuso sexual son frecuentes en la capital. Hoy se reciben más denuncias que años atrás porque las víctimas se atreven a pedir ayuda.
La hermana mayor de las agredidas fue quien logró escapar del encierro al que eran sometidas y acudió por sus propios medios a la Dinapen.
Enseguida se armó un operativo de rescate para poner a buen recaudo a la hermana menor.
La adolescente dijo haber sido víctima de trata desde los 8 años, cuando su madre las dejó a ella y a su hermana menor, al cuidado de su abuela. La abuela fue precisamente quien lucraba de los servicios sexuales que las niñas eran obligadas a prestar. Las dos fueron ingresadas a una casa de acogida, en donde reciben ayuda especializada.
No hubo detenidos pero los agentes encontraron indicios del paradero de la sospechosa. El delito: trata de personas.
Encalada precisó que en el 99% de los casos, las agresiones sexuales a menores de edad ocurren dentro del hogar.
Ese mismo día, la Dinapen intervino y rescató a una niña de 11 años, quien era abusada sexualmente por su papá, por su abuelo materno y su hermano paterno, en el norte de Quito. Los familiares dieron la alerta a la Policía Nacional sobre lo que ocurría. Los exámenes médicos demostraron que la niña era abusada.
¿Cómo saber si un menor está siendo víctima de agresión sexual?
Hay varias señales. Según Encalada, si un pequeño se caracteriza por ser alegre, espontáneo, cariñoso… Y de repente se torna callado y atemorizado es un indicio; si el menor empieza sin razón a portarse desobediente, enojado o grosero.
Se puede incluso, cuando es hora de dormir, acostarse junto al pequeño y abrazarlo, usualmente el niño responde con agrado al cuerpo de los padres, y los abraza también. Pero, si el niño rechaza sentir el cuerpo de un adulto cerca y se aleja o lo empuja, podría ser una señal.
Otra recomendación es revisar todos los días la ropa interior de los niños, pero no frente a ellos. Usualmente, una agresión sexual deja restos como sangre o fluidos corporales, en estas prendas.
Recomienda, además, no besar a los hijos en la boca, más bien enseñarles que sus labios son privados y que nadie tiene por qué tocarlos.
Enseñarles a no creer en amenazas y hacerles saber que sus padres están por encima de cualquier amenaza y que la Policía va a ayudarlos.
Para Encalada la clave es denunciar. La Dinapen tiene cuatro unidades en: Carcelén, la Delicia, Santa Prisca y en Quitumbe.