Dilma se une al clamor

La Presidenta de Brasil dejó oír su voz. Dilma Rousseff pidió que se liberase a los presos opositores políticos y que hubiera menos violencia en las calles de Venezuela.

Dilma es una de las mandatarias que participan en esta Cumbre de las Américas en Panamá y que quedará marcada para la historia por el momento que viven Cuba y Estados Unidos y el encuentro entre los mandatarios Raúl Castro y Barack Obama.

Pero la sombra de la crisis venezolana, marcada por la polarización del régimen de Nicolás Maduro, la oposición, las manifestaciones y la represión es otro de los fantasmas que han rodeado a esta particular cumbre.

La postura de Obama, de considerar una amenaza para EE.UU. al Gobierno de Venezuela, fue tachada como una exageración, pero los analistas aclaran las razones del complejo pulso de la política interna de Estados Unidos.

Al margen, otros foros y reu­niones rodearon la Cumbre como los grupos de empresarios, los de la contracumbre contestataria. Y muchas demostraciones en las calles.

De todos los encuentros, es significativo aquel que juntó a 26 exmandatarios del continente. Se destacó la presencia de Óscar Arias, expresidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz; Felipe González, expresidente socialista del Gobierno español; Julio María Sanguinetti y Alberto Lacalle, de Uruguay; y Osvaldo Hurtado, de Ecuador. Su voz se une para rechazar el estado de cosas en Venezuela y es un punto de reflexión.

Pero la postura de Dilma –marcada por el deterioro de su imagen por casos de corrupción– es importante.

Es la primera voz fuerte de una corriente política progresista que se pronuncia por la liberación de los presos, aclarando que no está contra Maduro. Los defensores del heredero del chavismo consideran que es un tema de soberanía. Los derechos humanos superan esta barrera que se quiere usar como un escudo protector. Es un principio en el que el Ecuador dio ejemplo con la ‘Doctrina Roldós’.

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