Dilma Rousseff anuncia un megaplan para que Brasil recupere su brillo

Ante los grandes problemas, grandes soluciones. Ésa parece ser la lógica del gobierno de Brasil, que ayer, 9 de junio, presentó un gigantesco programa de infraestructura por unos
64 000 millones de dólares en ferrocarriles, rutas, puertos y aeropuertos, que tiene como objetivo atraer la inversión privada para reactivar la estancada economía y evitar un mayor deterioro del desempleo.

"Estamos aquí no solo para anunciar grandes números y proyectos ambiciosos, sino, especialmente, para renovar nuestro compromiso con el desarrollo de nuestro país. Para decir, sobre la base de datos y acciones concretas, que Brasil va a seguir avanzando. Para recordar, una vez más, que para nosotros el desarrollo significa inversión, empleo, renta y calidad de vida; significa capacidad de crecer, trabajar y producir", afirmó la presidenta Dilma Rousseff al dar a conocer la segunda etapa del llamado Programa de Inversiones en Logística.

La primera fase del plan había sido lanzada en 2012, pero hasta el momento apenas un cuarto de los proyectos se hicieron realidad, por lo que el nuevo anuncio fue recibido con una mezcla de cautela y escepticismo por los mercados. Hoy, la situación de Brasil es mucho más frágil que tres años atrás: la economía creció un mísero 0,1% en 2014 y para este año se espera una recesión de alrededor del 1,2%; el desempleo aumentó del 5 al 7%; la inflación en los últimos doce meses ya alcanza el 8%, muy por encima de la meta oficial del 4,5%; mientras que el gobierno se encuentra debilitado por las luchas de poder con sus principales socios en la coalición gobernante, y jaqueado por el escándalo de corrupción en Petrobras, que paralizó numerosas obras en todo el país.

Aún así, la administración confía en que el nuevo paquete de concesiones a la iniciativa privada, apoyado en el plan de ajuste fiscal que lleva adelante el gobierno, servirá para recuperar la confianza en la economía y garantizar la estabilidad. Del total de inversiones contempladas, 27 870 millones de dólares serán destinados a vías férreas; 21 322 millones, a construir y mejorar carreteras; 12.064 millones, a terminales portuarias, y 2740, a aeropuertos.

"Como todos los grandes proyectos en infraestructura, sus efectos serán múltiples en toda la cadena productiva, en todas las áreas de la economía, la agricultura, la industria, el sector de servicios -destacó Dilma-. Aunque parte de sus resultados demanden tiempo de maduración, eso es natural, sus primeros efectos serán inmediatos."

Estas nuevas inversiones estarán divididas en dos etapas: una de 22 330 millones hasta 2018, cuando Dilma terminará su segundo mandato, y otra por 41 666 millones a partir de 2019. En el ámbito de los ferrocarriles, las iniciativas incluidas en el paquete son seis grandes vías férreas por más de 7500 kilómetros de largo, entre las que se encuentra la apodada Ferrovía Bioceánica, que tiene como objetivo unir las costas atlánticas de Brasil con el Pacífico a través de un puerto en Perú. Los analistas dudan de la factibilidad de este proyecto y recuerdan que otros grandes planes se anunciaron reiteradas veces, pero quedaron en el olvido.

"El gobierno tiene poca credibilidad. Se trata de un intento de mejorar su popularidad y asegurar el empleo más que un proyecto serio de infraestructura para dar una salida alternativa a los productos agrícolas brasileños", señaló a LA NACION Adriano Pires, director del Centro Brasileño de Infraestructura.

"Y cuando las mayores constructoras del país están salpicadas por el escándalo de pagos de sobornos a Petrobras, será difícil atraer a otras empresas brasileñas o extranjeras para invertir", advirtió.

En el caso de las rutas, se ofrecerán en licitación 16 por unos 7000 kilómetros de extensión, entre nuevas vías y la ampliación de algunas ya existentes, como la de Río-Santos. Para los puertos, se darán en concesión 63 nuevas terminales y se realizarán 50 nuevos arriendos de estaciones portuarias. Ya en el caso de los aeropuertos, se cederán cuatro terminales internacionales en Salvador, Fortaleza, Porto Alegre y Florianópolis, además de siete aeropuertos regionales.

"Se trata de nuevos pasos en la dirección correcta, a tono con el cambio de paradigma económico que el gobierno comenzó a implementar en este segundo mandato de la mano del ministro de Economía, Joaquim Levy. Pero aún hay muchos desafíos por delante, como la inseguridad del sistema político y la capacidad del gobierno en sacar del papel estos proyectos para recuperar la confianza de los agentes económicos", subrayó a este diario el analista Rafael Cortez, de la consultora Tendencias.

Las cifras de un programa faraónico

USD 64 000 millones 

Prevé el programa de concesiones en inversión privada para modernizar y operar rutas, ferrocarriles, aeropuertos y muelles portuarios en todo el territorio brasileño

4 371 kilómetros de autopistas

Serán desarrollados en varios estados del país por medio de la ejecución de 11 nuevos proyectos, que implican el desembolso de 21.300 millones de dólares

29 terminales portuarias

Los operadores privados podrán operar los espacios estatales en los puertos de Santos, el más grande del país, y en el estado de Pará. Una segunda ronda de licitaciones considerará terminales en Paranagua, Itaqui y otros puertos. En la industria portuaria se invertirán 12.064 millones de dólares

USD 27 850 millones

Es lo que se destinará para reparar y extender la red ferroviaria del país

USD 2 740 millones 

Es lo que se espera invertir en los aeropuertos, cuyos concursos serán convocados a partir de este mismo año. El gobierno ofrecerá al sector privado las obras de mejoras y gestión de las terminales de Fortaleza, Salvador, Florianópolis y Porto Alegre

USD 13 300 millones

Es lo que costará el tramo brasileño del corredor bioceánico, el tendido ferroviario que cruzaría América del Sur de Este a Oeste para abaratar la salida de productos a Asia. Esa obra, aún en un período incipiente de evaluación, plantea cruzar la Amazonia y desembocar en un puerto de Perú

70% a 90% financiación

La dará el Estado brasileño a través de la intervención del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes).

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