Por CRISTINA ARBOLEDA PUENTE
Sentado frente a ese gigante oscuro de dientes blancos y negros, que emite en sus entrañas los sonidos más sublimes, el ‘coaching’ espiritual y compositor Diego Cornejo Rodríguez contaba cómo creó ‘Ahleeah: Mar de luz’, mientras sus dedos viajaban de un lado al otro sobre las teclas. “Me sentaba en el piano y empezaba a respirar con unas técnicas especiales. Entonces entraba en un estado de iluminación y salía la música.
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El disco musicoterapia ‘Ahleeah: Mar de luz’ está a la venta en Libri Mundi y Fybeca.
A través de este tipo de música se puede alcanzar la armonización y la relajación.
Más información sobre el disco o acerca del ‘coaching’ espiritual en: www.coachingespiritual.orgAsí, comencé a improvisar con estas melodías que venían cuando estaba respirando y me di cuenta que la vibración de reequilibrio y armonización de la esencia está impregnada en la energía de esta música”, contaba él ante mi mirada atónita, pues nunca había escuchado algo similar y aún no lograba comprender la dimensión de sus palabras.
Para Diego no había sido fácil llegar hasta allí. Fue un extenso camino de búsquedas y preparación que le llevó a estudiar psicología, a realizar procesos de transformación ontológica, a viajar por Estados Unidos y varios países de Europa para iniciar distintos entrenamientos espirituales. “Lo espiritual entendido como nuestra esencia –dice Cornejo, con la actitud propia de un maestro–. Nosotros no somos cuerpo, tampoco somos identidad.
Pero, en cambio, nuestra esencia, lo que somos realmente, eso es eterno, perfecto, puro, armónico, invulnerable… somos algo que no puede ser dañado, amenazado, maltratado”. Este largo aprendizaje le ha posibilitado “acceder justamente a esa esencia primordial a través de una experiencia real en este plano de nuestra conciencia y cuando entramos en contacto con el espíritu, nuestra mente se apaga por completo.
Dejamos de creer todo lo que pensamos que somos, dejamos atrás nuestros límites, nuestras estrategias de supervivencia y entonces el reequilibrio sucede sin que hagas absolutamente nada, es decir, ocurre un milagro o también ahora se está usando mucho el término de sanación cuántica, refiriéndose a que desaparece un desequilibrio”.
En mi cabeza giraban muchas dudas; de alguna forma, Diego me estaba retando a abrir mi mente ante algo que rebasaba las limitaciones del lenguaje. Justamente la clave era esa, decía el: “Tener una experiencia de ‘no-mente’. La musicoterapia se deriva de eso. Al anular la mente, empecé a tener experiencias de luz muy frecuentes y las integré en mi vida cotidiana”.
Y, claro, como había estado vinculado a la música desde temprana edad, estas experiencias iluminadoras también intervinieron en ese área. Ahora lo entendía, frente al piano, a través de la respiración, de la relajación y el abandono de la mente, entraba en contacto con la esencia primordial, con el espíritu, y plasmó esa energía en la música. “Sí –reiteró Diego–; esta música tiene un poder sanador porque lleva en sí una nueva energía”.
Fue así como nació ‘Ahleeah: Mar de luz’. “Me planteé el proyecto de hacer un álbum que se venda, pero que tenga la intención invisible, pero poderosa, de reequilibrar a aquel que tenga esa intención”, cuenta el compositor.
La palabra ‘Ahleeah’, que titula esta producción de ocho temas, significa “amor propio” y se la utilizaba para describir las sagradas prácticas de placer espiritual propias de la civilización Lemuria, que se cree existió antes de la Atlántida.
Diego recomienda escuchar su disco en tranquilidad, mientras se respira profundamente. “La energía es vibración, cuando estamos en una conciencia de plenitud, tranquilos y relajados, nuestra vibración interior es muy intensa y ahí es cuando obra por nosotros, ahí es cuando llegan los milagros y todo está en equilibrio.
Cuando estás preocupado, cuando no sabes quién eres, tus vibraciones interiores son muy flojas”, afirma y explica que es así como trabaja en los procesos de ‘coaching’ espiritual: “Cuando una persona tiene la intención de equilibrarse, inmediatamente le llevan los medios para lograrlo.
Entonces, primero trabajo con la apertura y luego iniciamos un discernimiento para saber qué es lo que te gusta y de qué estás cansado”. En este camino de transformación y armonización se utilizan básicamente, técnicas de respiración y aquietamiento de la mente, “en realidad, el trabajo no lo hago yo, lo hace el ser”, concluye Diego.