Fermín Vaca S., Ex editor regional El Telégrafo
He leído con perplejidad las declaraciones de Rubén Montoya (en la entrevista con EL COMERCIO), quien afirma que jamás le consultaron sobre la producción de un nuevo periódico, de corte popular, que se publicaría por El Telégrafo.
Digo perplejidad porque, para todos quienes participamos en la génesis del autodenominado diario público, fue siempre claro y evidente que la compra de la nueva rotativa, asunto en el que Montoya puso siempre especial interés, así como en abandonar el edificio histórico del centro de Guayaquil para ocupar un galpón en el norte de la ciudad, tenía la perspectiva de producir un diario popular y masivo, claramente inspirado en la prensa chicha-fujimorista del Perú, alentada -como se sabe- por el propio Vladimiro Montesinos para apuntalar ese régimen.
Como consta al país, la vieja rotativa de El Telégrafo, con algunas reparaciones, ha sido suficiente para el periódico municipal y espeso que Montoya terminó haciendo, un diario local sin visión de país, que jamás ha tenido la perspectiva de integrar a los ecuatorianos ni responder a la ciudadanía.
Que diga hoy que no sabe nada, que tiene “información parcial”, cuando desde el primer día estuvo claro cuál era el fin último de la inversión estatal en El Telégrafo -y, en especial de la compra de nueva rotativa- llama poderosamente la atención.
Pienso que los organismos de control deberían analizar, más bien, el manejo que Montoya y Alex Camacho han hecho de 16 millones de dólares del Estado ecuatoriano, negándose a responder a los pedidos de información de asambleístas y medios de comunicación, jugando con la ficción de que tienen en sus manos una empresa privada cuyo ‘Directorio’ puede tomar decisiones sin responsabilidad alguna.
Finalmente, luego de que el país ha visto el espectáculo de la carta de los fiscales, en donde se atenta contra la ética y la Ley, es lamentable que los periodistas de El Telégrafo suscriban los desatinos de Montoya, que se ha feriado, literalmente, la oportunidad de crear un verdadero medio público.