El diablo sí existe

El diablo fue supremamente útil en el proceso de adoctrinamiento cristiano.  Era el encargado de castigar a los pecadores y el poder que se le había otorgado era  inmenso,  nadie podía escapar a su crueldad, la que -por cierto-, estaba autorizada por el mismo Dios, para hacer justicia con los indignos. Hoy cada vez menos creen en esa fábula, aunque el personaje se enquistó  profundamente en el imaginario popular y está presente en el arte, las fiestas populares e incluso en los desvaríos de esquizofrénicos.

Lo terrible es que algunos de los mismos forjadores del mito, terminaron siendo como él… y peor. El informe presentado en Irlanda habla de miles de niños abusados en un período de 60 años. El detalle es escalofriante. Ahora la Iglesia Católica pedirá disculpas públicas, insistirá que son casos aislados que no representan la institución en sí, y pagará las  indemnizaciones que la justicia determine.  Pero no será suficiente.  Es preciso que se sacuda ante lo aplastante de los hechos. Tiene que hacer reformas profundas.

La sexualidad es un aspecto imborrable del hombre, como para pretender extirparla por decreto.   Todos tenemos derecho a una práctica sexual sana y enriquecedora, incluso si alguien usa sotana.  Talvez así, los casos de estos “diablos” repugnantes y crueles, dejen de existir.

La Iglesia ha acumulado pecados: la Inquisición, su actitud encubridora en el holocausto judío, los abusos en la conquista de América… pero el caso Irlanda no se podrá pasar por alto.  Hoy el mundo es diferente. Está globalizado y hay más conciencia. Un sermón de domingo no será suficiente para justificar estas atrocidades.

María Eulalia Silva

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