Londres. AFP
Una borrasca financiera amenaza la Premier League inglesa, pues tanto al Manchester United como al Liverpool les pesan sus deudas.
Los hinchas de los dos clubes mantienen una feroz rivalidad desde hace años, pero la actualidad económica de sus clubes les hace tener algo en común: detestar a los propietarios estadounidenses de los equipos.
“Thanks, but no Yanks ” (Gracias pero sin Yankees) , decía el sábado una pancarta de los aficionados del Liverpool. “Love United, Hate Glazers ” (Amar al United, odiar a los Glazers) , rumiaban los aficionados de los ‘Red Devils’, en Manchester, haciendo alusión a la familia que rige el club.
Los reproches que hacen las aficiones a los respectivos dirigentes de sus clubes, los más laureados de Inglaterra, es haberse hecho con el control de los equipos y encauzar a ambas entidades en un camino de deudas.
En cinco años, el Manchester United, que fue el club más rentable del mundo, ha pagado USD 490 millones en concepto de intereses acumulados.
En este contexto de morosidad, los USD 131 millones que el club ingresó por el traspaso de Cristiano Ronaldo, el fichaje más caro de la historia, solo sirvieron para evitar más deudas al club.
El Liverpool renunció a la construcción de un nuevo estadio y sus dirigentes quieren convencer a nuevos inversores para que entren en el capital del club a cambio de USD 100 millones.
Los problemas económicos de los grandes enmascaran los que tienen los clubes modestos, para los que un escenario de bancarrota, como el sufrido por el Leeds en 2003, parece inminente.
De este modo, el Hull y el Wigan son entidades estructuralmente deficitarias, mientras que el Portsmouth, que apenas logra pagar a sus jugadores, tiene problemas con el fisco y se le ha prohibido realizar fichajes.
West Ham se enfrenta a la bancarrota de su propietario Bjorgolfur Gudmundsson, un banquero que quebró en Islandia.