Bogotá, DPA
Doce militares colombianos fueron arrestados en el marco de investigaciones por supuestas ejecuciones extrajudiciales, informaron hoy fuentes oficiales y medios de prensa.
Nueve de los uniformados, un suboficial y ocho soldados, están involucrados en la muerte de un hombre presentado como un guerrillero abatido en combate.
Según la Fiscalía, el caso ocurrió el 4 de diciembre de 2005, cuando una patrulla militar mató a un hombre identificado como Francisco Lopera a corta distancia de la población de Ituango, en el departamento de Antioquia (noroeste).
Los militares aseguraron que el hombre pertenecía al frente 18 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y se enfrentó a la patrulla con un revólver. Sin embargo, la Fiscalía logró establecer que se trataba de un campesino que sólamente llevaba un machete al cinto.
Además, el cadáver fue presentado para los estudios forenses con un uniforme camuflado nuevo y sin perforaciones, a pesar de que presentaba al menos un impacto de bala en la pierna izquierda. Asimismo, la cadena radial Caracol señaló que un teniente y dos soldados fueron arrestados en la ciudad de Yopal por la presunta ejecución de tres campesinos en la población de Hato Corozal, en el departamento de Casanare (este).
Los hombres fueron presentados como miembros del frente 28 de las FARC abatidos en combate, pero testigos aseguran que eran desempleados que estaban buscando trabajo en la construcción de un puente en esa zona del país.
La Procuraduría General (Ministerio Público) informó a mediados de este año que ha abierto más de 1.600 procesos disciplinarios contra militares desde 2003 por presuntas ejecuciones, mientras que la Fiscalía señaló que más de 400 militares han sido procesados durante el último año y medio por estos casos.
Investigaciones que realiza la Fiscalía por un caso de desaparición y muerte de varios jóvenes de la población de Soacha, aledaña a Bogotá, indican que dentro del Ejército operó una red que incurrió en “tráfico humano” mediante la búsqueda de hombres para matarlos y mostrarlos como guerrilleros abatidos en combate.
De esta forma, los implicados buscaban ganar reconocimiento de sus superiores, aumentar las cifras de guerrilleros muertos en combate y obtener algunos “premios” como días de descanso, de acuerdo con los investigadores.