Lima, AFP
Fueron detenidos en Perú cuatro sospechosos de asesinar a unas 60 personas para extraerles la grasa, que supuestamente vendían a dos italianos para su uso cosmetológico en Europa, en un caso que revivió la leyenda andina de los “Pishtacos”, asesinos que comerciaban con grasa humana.
El descubrimiento a inicios de este mes de un recipiente con esa grasa en una empresa de transportes, enviada a Lima desde la ciudad andina de Huánuco, puso en alerta a la policía que detuvo a dos personas a las que la grasa estaba dirigida. Otras dos personas fueron arrestadas en el lugar de remisión.
Al menos otros siete implicados están siendo buscados, entre ellos dos italianos.
“En el caso están implicados dos italianos, que ya están identificados pero cuyos nombres no podemos difundir hasta que sean capturados” , dijo este jueves el fiscal Jorge Sans Quiroz, quien investiga el caso.
“Estas personas aparentemente compraban la grasa a los detenidos para luego comercializarla en laboratorios europeos”, añadió el fiscal sin dar más precisión.
Los italianos, “que de momento son dos, fueron detectados en base a la interceptación telefónica a que se sometió a los detenidos”, precisó Sans al indicar que aparentemente uno de ellos se fugó a Europa.
El general Félix Burga, director de la División de Criminalística de la policía peruana, dijo a la prensa que hace dos meses se tuvo indicios “de la existencia de una banda internacional que traficaba con grasa humana” .
“Esta grasa la ofrecían a 15 000 dólares el galón a varios países europeos”, añadió al subrayar que se ahondarán las investigaciones porque se trata de “un caso que demuestra el desprecio total por la vida humana”.
La banda, conocida como los “Pishtacos”, es acusada de delitos de homicidio con fines de lucro y asociación ilícita para delinquir por el juez Juan Buendía Valenzuela, tras recibir la investigación del fiscal Sans Quiroz.
Los detenidos serían responsables de la desaparición de unas 60 personas en los departamentos centroandinos de Pasco y Huánuco a fin de sustraer grasa humana y comercializarla.
La acusación del fiscal indica que la banda presuntamente abordaba a campesinos e indígenas en caminos solitarios y remotos de los Andes a quienes con engaños se les ofrecía trabajo para después asesinarlas.
Esta modalidad rememoró el mito andino de los “pishtacos”, una palabra que procede del vocablo quechua “pishtay”, que en el idioma de los antiguos peruanos significa “cortar en tiras”. Según la leyenda estos personajes que aterrorizaban las alturas andinas mataban gente para vender su grasa.
El imaginario popular identifica al pishtaco” como un bandolero que solía asaltar en parajes lejanos a viajeros incautos, a los que mataba con un cuchillo corvo, degollándolas.
Esa grasa, según la leyenda, se usaba para preparar jabones finos, como lubricante para maquinarias de alta tecnología, ungüentos curativos y cremas de belleza.