Melissa: 'Perdí mi empleo y tuve que sacar avances para pagar hasta las mensualidades de la misma tarjeta'

En el sistema financiero privado existen 15 emisores de tarjeta de crédito, según datos de la Superintendencia. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

En el sistema financiero privado existen 15 emisores de tarjeta de crédito, según datos de la Superintendencia. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Imagen referencial. De acuerdo con datos del buró de crédito Equifax, 35 000 personas ya llegaron al 100% del cupo máximo de crédito. Foto: EL COMERCIO

La pérdida de empleo, la falta de liquidez y la urgencia para cubrir necesidades básicas obliga a algunas familias a usar con más frecuencia la tarjeta en este 2020. Pero esto puede volver las deudas en una "bola de nieve" y afectar las finanzas de la familia.

De acuerdo con datos del buró de crédito Equifax, 35 000 personas ya llegaron al 100% del cupo máximo de crédito e, incluso, ‪408 000 tarjetahabientes ya lo superaron.

La ingeniera Melissa Chávez perdió su trabajo en abril pasado y para mantenerse usó sus tarjetas de crédito. Si bien la liquidez le ayuda, la deuda se vuelve poco a poco impagable. Este es su testimonio:

“El 2020 inició muy bien, tenía muy buenos ingresos por mi trabajo en una firma contable. A pesar de tener unas cuotas elevadas en dos tarjetas, un gasto en arriendo fuerte y el pago de un crédito bancario, todo lo podía solventar porque el sueldo me lo permitía.

Mis ingresos, además, me daban la posibilidad de consentir a mi hija de siete años.

En marzo empezaron los despidos en la empresa para la que trabajaba. Yo pensé que por el tiempo que tenía no me separarían, pero finalmente lo hicieron y me quedé sin empleo a finales de abril.

La notificación me llegó justo en el mes en que iba a empezar a pagar una refrigeradora y la matrícula de la escuela de mi hija.

El despido me desequilibró. No contaba con muchos ahorros y lo que tenía era para comprar comida para, al menos, 15 días.

Cuando llegó el monto de pago de la tarjeta, colapsé. No tenía la cantidad que debía pagar, ni siquiera para el mínimo.

En ese momento, fui a sacar un avance de casi USD 600 y con ese monto cancelé la misma cuota de la tarjeta, pagué el arriendo y la escuela.

El ‘bache’ lo pasé y seguí consumiendo con las tarjetas. Salía a comprar comida y las cositas que me pedía mi hija para estudiar.

Llegó mayo y la situación fue la misma, así que volví a sacar un avance. Nunca me preocupé si tenía o no tenía cupo en la tarjeta. Es más, nunca supe a ciencia cierta cuánto era mi cupo.

Para junio y por la desesperación de no conseguir trabajo llamé al banco para acogerme a los beneficios que daban por el covid-19.

El asesor de entrada me dijo: Señora, usted está sobregirada con USD 1 980. Si desea refinanciar y seguir usando la tarjeta debe cancelar ese excedente.
Recuerdo que colgué y le dije que muchas gracias. No sabía que me podría sobregirar, peor que existía eso. Yo siempre pensé que te dan un cupo y hasta ahí puedes consumir.

La verdad, no accedí a refinanciar porque me iban a bloquear las tarjetas y esa es la única forma de sustentar mis gastos y los de mi hija.
Sé que la deuda será cada vez mayor, pero no tengo otra alternativa. Una vez que consiga trabajo, solicitaré un préstamo y pagaré las tarjetas".

¿Qué significa estar sobregirado y qué hacer?

El sobregiro es un incremento del cupo preaprobado para el cliente y se activa cuando este realiza un pago superior al saldo tope disponible.

Esta práctica en las tarjetas de crédito no es una figura que existe en la legislación ecuatoriana, por lo que la ampliación del cupo depende de las políticas de cada banco, aclaró la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca).

Por esa razón, según el gremio, en algunos bancos se genera de forma automática. Si se recurre con mucha frecuencia a esta práctica, el usuario puede llegar a tener una afectación en su historial crediticio, dijo Asobanca.

Para Andrés Cordero, profesor de la maestría de Finanzas de la Universidad de las Américas (UDLA), estar sobregirado es negativo porque se pierde el control de las finanzas personales. “El problema radica en que la tarjeta se percibe como un ingreso adicional y se pierde de vista que su uso tiene un límite, fecha de pago y genera intereses”, dijo.

El catedrático exhorta a llevar un historial presupuestario, revisar siempre los estados de cuenta y pagar más del mínimo requerido para que la deuda no se convierta en impagable.

Los clientes deben examinar sus gastos e ingresos y definir aquellos rubros no indispensables para recortar el presupuesto.

Con un escenario más claro, lo mejor es buscar refinanciar las deudas, especialmente las de tarjetas que son las más caras.

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