El desarrollo no consiste simplemente en el paso de una sociedad agrícola a una industrial; este fue el descubrimiento del economista Colin Clark. En realidad, la sociedad moderna tiende hacia una tercera etapa, la sociedad de servicios. El progreso se traduce como la transición del trabajo como esfuerzo físico hacia el trabajo como esfuerzo cerebral.
Esto es lo que ocurre en los países desarrollados, donde paulatinamente la industria se deslocaliza hacia otras naciones menos ricas, enfocando el grueso de la producción nacional en la próspera generación de servicios. De la misma manera que hace dos siglos se dio un salto de la agricultura hacia la industria.
Y luego, ¿qué? Sería demasiado optimista pensar que se puede mantener, hasta el día del juicio final, tasas de crecimiento constantes de 5%. Y, sin embargo, esas son las ilusiones que frecuentemente se observan en los países en donde esto ocurre. Exempli gratia, habría que preguntar a los japoneses para quienes fue muy amargo el estancamiento de la “década perdida” de los noventas, o a los franceses, quienes ven con nostalgia las “treinta gloriosas” décadas de posguerra.
¿Qué frenó estas economías? Según académicos como Daniel Cohen o Fourastié, estos períodos de fuerte crecimiento son, en realidad, procesos de alcance y de nivelación con las demás economías desarrolladas. Así, la enorme hegemonía americana de posguerra fue primero conseguida por los países europeos, luego por Japón, y ahora el famoso bloque BRIC (Brasil, Rusia, India, China) está dando alcance al tan ansiado desarrollo.
Por lo que, en teoría, el crecimiento de los BRIC alcanzará su tope, cuando la productividad per cápita se asemeje a aquella del resto de países desarrollados.
Y luego, ¿qué? ¿Hacia dónde deben trabajar los países que lleguen a la tercera etapa?
El hambre de hegemonía ha llevado a la mayoría de países a perseguir y soñar con altas tasas de crecimiento. Frustrante, puesto que no llegan a ser capaces de alcanzar la nación ‘shooting star’ del momento, o de revivir las antiguas glorias.
Pues bien, al llegar a un momento de “plenitud” en términos de crecimiento. Los países deben enfocar sus esfuerzos en aquellas ventajas comparativas que les permitirán, en un mundo multipolar, mantener una cierta preeminencia internacional.
Estados Unidos debe asegurar el prestigio de su sistema universitario, que le aseguraría un influjo de individuos especialmente talentosos. Francia debe conservar, y en lo posible ahondar, las características que la hacen la primera potencia turística. España, profundizar sus alianzas estratégicas con América Latina, etc.
¿Qué debe hacer Ecuador? Por hoy concentrarse en pasar la primera etapa y devenir verdaderamente industrializado.