Nancy Guachalá, hermana de Luis Eduardo; y Zoila Chimbo (der.), madre del joven. Foto: Cortesía Inredh
Le dio la bendición, le besó en la mejilla y se despidió. 16 años después de ese día, Zoila Chimbo recuerda cada detalle de aquel 10 de enero del 2004, cuando su hijo quedó internado en un hospital psiquiátrico de Quito. “Ya te vendré a ver”, le dijo a Luis Eduardo Guachalá.
Para entonces, él tenía 23 años. Sufría de epilepsia y su madre buscó ayuda médica.
Ayer 24 de noviembre del 2020, la mujer habló con este Diario. Lo hizo luego de una reunión que mantuvo con los abogados que hoy la defienden, pues como su caso no avanzó en los tribunales ecuatorianos llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y entre hoy 25 y mañana 26 de noviembre se conocerá en la Corte Interamericana de DD.HH. (Corte-IDH).
La mamá solo espera que ahora sí se aclare todo. Tiene 69 años y dice que se siente cansada por todo lo que le ha tocado vivir. “Pero si tengo que seguir lo haré. Solo tendré paz cuando vea a mi hijo”.
Cuenta que todos los días se despierta a las 05:30 y reza al pie de su cama. Pide a Dios que Luis Eduardo esté con vida.
Ella vive en La Roldós, un barrio popular del noroccidente quiteño. Hasta antes de la pandemia, desde ahí salía a Carcelén a vender fundas de basura.
Cuando su hijo desapareció, lavaba ropa en el día y vendía flores en la noche. Dice que en medio de la búsqueda conoció a personas que trabajan por los DD.HH. y hoy es defendida, por ejemplo, por Mario Melo, jurista y decano de Jurisprudencia de la U. Católica.
Él espera que la Corte-IDH decida a favor de la familia Guachalá y se pueda iniciar el proceso de reparación integral, se reactive la búsqueda de Luis Eduardo y se cambie la legislación para evitar episodios similares en casas de salud.
Zoila Chimbo está agradecida con quienes la ayudaron. Así logró que su expediente ingrese a la CIDH en el 2006.
Ese organismo emitió un informe el 5 de octubre del 2019, y recomendó la reparación por “las violaciones de derechos humanos”. Dispuso medidas de compensación económica. Nada de eso se cumplió.
Además, dijo que el Estado ecuatoriano debe emprender la búsqueda del chico “a través de todos los medios posibles” o que se encuentren sus restos.
También pidió que se realicen cambios a la legislación para impedir que un episodio así vuelva a ocurrir, que se identifique a los autores de la desaparición y se brinde atención médica a la víctima, en caso de aparecer con vida.
Cuando la CIDH convocó a la audiencia, un representante del Estado dijo que en dos oportunidades el hospital dio atención médica al paciente y que en una segunda ocasión la doctora que lo ayudó pidió a los familiares que lo visiten y que lo tenían supervisado.
La madre de Luis recuerda que el día que lo internaron por “agresividad física y verbal, impulsividad, conducta discordante, insomnio, actitudes alucinatorias, crisis convulsivas…” fue un sábado.
Dice que un enfermero le suministró un calmante, que luego salió a comprar papel higiénico, jabón, peinilla, cepillo de dientes y pasta dental y que le recomendaron volver el lunes siguiente.
“Cuando volví ingresé al cuarto de mi hijo, pero no lo encontré. Por recomendación de los trabajadores me fui a la peluquería, pero tampoco lo hallé. Me dijeron: debe estar por ahí, con los otros enfermos”. A la madre se le quiebra la voz en medio del relato.
Asegura que regresó a casa solo después de que la doctora a cargo le ofreciera llamarla a diario para informarle sobre la salud de su hijo. Esta información también está recogida en el documento de la CIDH.
Zoila respira antes de continuar su narración. “Luego fui a visitarlo el domingo 18 de enero. Recién ahí me indicaron que Luis se había escapado el día anterior”. En los registros del hospital consta un informe del cambio de turno en el que se lee: “El paciente Luis Guachalá abandona el hospital, se lo busca y no se le encuentra”.
A partir de ese momento, la madre y las hermanas de Luis se volcaron en su búsqueda. No tuvieron resultados.
Melo señala que hubo una actuación tardía de las dependencias del Estado y que eso “generó impunidad”.
La madre recuerda que durante las investigaciones se recogió un parte médico del 15 de enero del 2004.
Ahí está registrado que su hijo sufrió un accidente en el baño y presentó “una herida” en la zona ocular, pero que se hallaba “estable”. Personal médico le contactó ese día y le aseguró que su hijo estaba bien”.
“No me ayudaron”, dice la mujer. La Policía señaló ante la CIDH que realizaron 27 búsquedas y rastreos, 71 requerimientos a las oficinas de la Fiscalía y 25 entrevistas sobre el caso y que no se lo encontró.