Juan Esteban Guarderas
‘Las personas en goce de los derechos políticos podrán revocar el mandato a las autoridades de elección popular”. El artículo 105 de la nueva Constitución nos invita a soñar. No es necesario esperar a que el mandato se agote para ilusionarse con un mejor régimen; la revocatoria está allí.
Hay que reconocer la valentía de Carlos Vera de recordar al país la existencia de esta figura. Se trata de un procedimiento difícil, de un proyecto muy ambicioso, y que sin duda alguna tendrá la oposición de poderosas fuerzas. Pero las normas y los mecanismos jurídicos de garantía se conciben para usarse, solo basta que haya el empuje civil suficiente.
Además, Carlos Vera ha señalado, justamente, esta vía como el único camino posible. Es él quien, a través de la frase ‘Derrotar y no derrocar’, marca la necesidad de desapegarnos de las típicas reivindicaciones populares que han depuesto los últimos tres presidentes electos democráticamente.
La idea de evitar un nuevo golpe de estado para no hacer de Correa un mártir es un motivo importante. Pero, personalmente, considero que el fundamento esencial para el empleo de este mecanismo constitucional reside precisamente en la superación de viejos errores.
Los movimientos populares que quiebran el orden jurídico para derrocar al tirano son propios de sistemas débiles, de países con una institucionalidad normativa inexistente. No podemos volver a declaraciones infundadas de incapacidad mental. Ya debemos entendernos suficientemente maduros como para dejar de formar triunviratos – propios tiempos romanos – y los forajidos deben dar paso a políticos profesionales que sean capaces de responder a las demandas populares sin que sea necesario desatar el caos.
El Ecuador no puede volver a romper su orden. Un nuevo golpe de Estado sería una terrible cuarta derrota consecutiva para toda la población, que ha anhelado perpetuar un país estable y un Estado de Derecho moderno.
Pero esto no quiere decir que la gente deba aguantar los abusos de poder de quien confunde la banda presidencial con un cetro monárquico.
En tiempos modernos, los problemas se solucionan con apego a las normas previamente establecidas.
No es necesaria la ruptura del orden constitucional, sino que precisamente desde el orden constitucional se deben ponen en marcha los mecanismos que responden al clamor popular.
Hasta ahora el Ecuador ha sido una ‘Banana Republic’, un país del caos. La revocatoria de Correa puede ser un oportunidad para que el país entre en una nueva etapa de madurez; aquella en donde los tiranos no se deponen con ollas, piedras y gritos, sino con corbatas, normas y líderes. ¡Gracias, Carlos Vera!