En la Universidad SimónBolívarse realizó un ritual de purificaciónyse hizounllamado arespetarlaautonomía de los pueblos. Foto: Eduardo Terán/ EL COEMRCIO
A veces la divinidad juega a la política. Incluso en los centros académicos. El paraninfo de la Universidad Andina Simón Bolívar fue el escenario de una limpia. Con hojas de ortiga, chilca y sauco, conocidas en la cosmovisión andina como ‘las hierbas de la justicia’, ‘Mama Carmita’ y ‘Mama Rosita’ dirigían el ritual frente al recipiente del fuego sagrado. Alrededor se colocaron los productos de la tierra: semillas, frutas y chicha, en agradecimiento a la bondad de la Pacha Mama.
Era la limpia a los dirigentes indígenas y el día en que la palabra ‘resistencia’ pretendía tener mayor peso. Ya se la había pronunciado antes, sobre todo desde que se decidiera la explotación del Yasuní, se decretara que todas las organizaciones debieran registrarse ante el organismo estatal que correspondiera, la Ley de Recursos Hídricos, en la que no se recogieron todas las propuestas de los indígenas. Pero esta vez, tenía una connotación mayor y quién sabe si con alguna acción concreta.
Ante un centenar de representantes comunitarios se ratificó la independencia de la justicia indígena y se anunció una desobediencia civil ante el Decreto Ejecutivo Nº 16. Carlos Pérez Guartambel presidente de la Ecuarunari, Salvador Quishpe prefecto de Zamora, entro otros, fueron los protagonistas .
Antes de ingresar al círculo de la abundancia, los participantes del ritual se sacaron los zapatos. Luego de pasar sus manos sobre el fuego sagrado se tocaban el rostro y la cabeza como símbolo de purificación.
‘Mama Rosita’ fue la encargada de lavarles las manos con agua pura de montaña y ortiga. “Es para que lleguen limpios”, aseguraba. Como paso final, el fuego se colocó en el centro del círculo, y para festejar ‘Mama Carmita’ ofreció chicha de siete granos a los asistentes, para la purificación interior.
El momento de anunciar el primer decreto de los indígenas de la Sierra llegó. Pérez Guartambel se colocó en lo más alto de la mesa directiva. Elevó la voz, que de por sí la tiene profunda cuando habla. Reafirmó “la potestad jurisdiccional de las autoridades comunitarias y el legítimo ejercicio de la justicia indígena en función a su cosmovisión y cosmovivencia, en la continuidad histórica, legado de la sabiduría milenariamente de taitas y mamas”.
Esta es la respuesta que los miembros de la Ecuarunari dieron al Régimen, luego de que la Corte Constitucional sentenciara que las comunidades indígenas no tienen competencia para resolver casos de atentados a la vida. No quieren saber que la justicia penal ordinaria se involucre.
“Es una práctica milenaria”, decía Quishpe como respuesta al intento gubernamental, en sus palabras, que trata de restar importancia a algo que para los indígenas se involucra con su forma de ver el mundo. “No se trata de ningún regalo de ningún Gobierno de turno. Con o sin las instituciones de ahora, la práctica de esta justicia estuvo vigente desde siempre, desde antes de la creación del Estado” ecuatoriano.
La obligatoriedad de inscribirse ante la Secretaría de la Política, en un registro unificado, según el Decreto 16. “Ejerciendo el Derecho a la resistencia y rebeldía, nos declaramos en resistencia y desobediencia civil ante el Decreto 16”, dijo Pérez . Para él, desde el Estado se está vulnerando el derecho a la asociación al obligar a la Ecuarunari a inscribirse.
El líder recordó que son miles de comunidades que ya viven 10 000 años en sus territorios y que el Estado colonial está apenas 523 años. “¿Por qué nos quieren obligar, hegemonizar y esquematizar? Somos irreverentes ante un Estado patriarcal, colonial, sexista, clasista y racista”, aseguró.
No todos eran indígenas. El constitucionalista Julio César Trujillo apoyaba con su firma las decisiones. Los poderes públicos “se engolosinan con las autoalabanzas”, y se niegan a abrir ojos y oídos para ver y escuchar lo que quiere la gente.
La Universidad Andina, sede de este y otros encuentros indígenas, se unió al ritual. Era una Andina ‘pachamamística’. El paraninfo, sede también de conferencias, foros, entrega de doctorados honoris causa, fue también el lugar en donde su Rector y algunos profesores, se despojaron de su calzado, elevaron sus manos al cielo, escuchaban con devoción las palabras de las dos ‘mamas’.
“El Gobierno debe dejar de escuchar a los esbirros y escuchar al pueblo, que se expresa de esta manera, solo en ese momento empezará a actuar democráticamente”.
Al final del evento, el fuego sagrado se apagó, pero no las energías para defender lo que, aseguran, es un derecho histórico. Por ello los líderes de las comunidades se mantendrán en desobediencia civil y continuarán aplicando su justicia, que es milenaria.
Pero la política no se abandona ni en los trances místicos. “No vamos a ceder a las presiones, no nos ponen nerviosos las amenazas. Los que están nerviositos en el poder, comenzando por Correa, son los que ven que el pueblo ha comenzado a moverles el piso”, dijo Ayala Mora. La política, pues, no se va a hacer en la Asamblea ni en el Comando Conjunto sino en las calles y en los chaquiñanes”. Y quién sabe, con algo de ayuda divina.