Redacción Deportes
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El sufrimiento es un sentimiento que siempre ha estado ligada al Deportivo Quito. El equipo tuvo 40 años de sequía hasta el año pasado cuando logró coronarse campeón. Hoy logró nuevamente la corona, pero lo hizo tras un partido angustioso, sufrido.
El cuadro chulla ganaba cómodamente 2-0 en el segundo tiempo y se dejó empatar a falta de minutos para terminar el partido.
Entonces apareció Michael Arroyo, la figura de la cancha, para resolver el campeonato con un estupendo tiro libre a tres minutos del final. El guayaquileño saltó de la banca para dar la victoria a su equipo y posibilitar que los azulgranas logren el bicampeonato, inédito en su historia.
Sufrió Deportivo Quito y sufrió su hinchada que hoy sorprendió a todos y prácticamente llenó el estadio Atahualpa, un detalle pocas veces visto. Solo la general noroccidental tenía presencia de los hinchas visitantes.
El Cuenca complicó a su equipo, dignificó su presencia en la final mostrando pundonor y vergüenza. Solo cuando el árbitro Carlos Vera pitó el final, los jugadores e hinchas azulgranas pudieron liberar la tensión de un partido complicado, angustioso, de pocos espacios, más emotivo que bien jugado.
En el primer tiempo, sorprendió el Deportivo Cuenca. Los de Paúl Vélez sabían que necesitaban un triunfo para lograr la segunda corona de su historia.
Rodrigo Teixeira, Hólger Matamoros y Édison Preciado eran los encargados de generar peligro y duelo con la zaga de los chullas, liderada por Iván Hurtado y secundado por Luis Checa y Geovanny Caicedo. En los primeros minutos, el duelo lo ganó el visitante. Deportivo Quito solo respondió en dos ocasiones con remates de sus puntas, el goleador Iván Borghello y su socio Marcos Pirchio.
Pese a los intentos del Cuenca, en esa primera fase hubo pocas acciones de gol. El partido era mas bien soso, aburrido. Al Quito le faltaba fútbol y también contención. En la primera labor se extrañó el dinamismo y la movilidad de Oswaldo Minda. El chileno Mauricio Donoso no cumplió bien con sus labores.
Rubén Insúa decidió tener en la primera parte a Michael Arroyo y Daniel Mina en la banca. Los mandó a la cancha en el segundo tiempo y los dos volantes respondieron con creces: primero Mina, con el estupendo cabezazo para el primer tanto (minuto 74) y después con el tanto de Arroyo que aumentó la cuenta a los 74’.
Entonces parecía que el partido estaba resuelto. Los hinchas se abrazaban en las gradas y la fiesta se prendía. Sin embargo, la vergüenza deportiva del Cuenca salió a flote: primero descontó Édison Preciado a los 80’ y dos minutos después Ismael Villalba enmudeció al Olímpico Atahualpa con un golazo.
El partido estaba 2-2 y como en los partidos del barrio, el que metía gol ganaba, aunque los chullas tenían como comodín el lograr un empate y quedar campeones. La hinchada azulgrana se comía las uñas hasta que Arroyo, la figura del año de la ‘AKD’ metió el tercero con un tiro libre y liquidó el partido. El pitazo del juez Carlos Vera dio rienda suelta a los festejos. El Quito es campeón en plenas fiestas de la capital. La Plaza del Teatro está de fiesta.