Redacción Ibarra
Luego de esa experiencia trágica y dramática, decidimos reforzar las estructuras de todo el establecimiento educativo. Aquí se educan cerca de 1 000 jóvenes y niños en jardín, escuela y colegio.
Se apuntalaron los pilares con hormigón armado y se cambiaron los pisos de madera por cerámica y cemento. Aún falta realizar más obras, pero las haremos a lo largo de este año.
Luego de ver en la televisión lo que pasó en Chile y en Haití, acordamos difundir mensajes sobre lo que deben hacer los estudiantes, en caso de que haya un sismo.
Lo hacemos los lunes, durante el minuto cívico, y cada día en la formación de la mañana (07:00).
Si hay una emergencia, los estudiantes de este establecimiento tendrían serias dificultades. El sitio está rodeado de estructuras viejas y de postes de luz.
Los estudiantes saben que si hay un temblor, tienen que salir de las aulas y concentrarse en el centro de los patios. Estos lugares son bastante amplios.
Algo que está dando buenos resultados es lo que hace la directora del jardín, María Villalba. Ella practica el juego del 1, 2 y 3 con los pequeños. Consiste en que en tres segundos, los niños y niñas salen del aula y corren hacia el patio, de manera ordenada.
Esperamos que la oficina de Gestión de Riesgos nos ayude con charlas educativas. Es fundamental integrar a los padres de familia. En estos días, los socorristas han hablado mucho sobre el triángulo de la vida. Es un concepto que no está bien explicado. El fin es que se grabe en la memoria de las personas en riesgo.
Antes nos decían que debemos ubicarnos debajo los marcos de las puertas, pupitres y mesas. Pero, creo que eso ya no es tan recomendable. No sé por qué.
También queremos que nos guíen para hacer simulacros de evacuación. Estamos ansiosos por colaborar. Eso sería muy útil para elaborar nuestro propio plan de contingencia. Las escuelas, colegios y jardines que están la zona céntrica de Ibarra tienen las mismas limitaciones.
Estamos conscientes del riesgo, pero no queremos desesperarnos. Es mejor prevenir.