Puerto Príncipe. AFP, ANSA y DPA
‘Camino cerca de cuerpos sin vida. Mucha gente se encuentra debajo de los edificios. El hospital general colapsó. Necesitamos apoyo. Necesitamos ayuda”. Es el testimonio y el llamado de la primera dama de Haití, Elisabeth Preval, quien se salvó al igual que su esposo, el presidente René Preval, del desplome del Palacio Presidencial, en Puerto Príncipe.
La Primera Dama resume así el panorama de la capital haitiana, que es tenebroso. Escombros por doquier y cadáveres amontonados en las calles muestran la desolación que se ha instalado en la ciudad de cerca de dos millones de habitantes, luego del violento terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter que azotó el martes al país más pobre de América.
Hasta ayer, ninguna autoridad del país sabía la cifra de muertos. En la tarde, el presidente Preval respondió a una pregunta sobre el tema que le hiciera la cadena estadounidense CNN: “50 000, 30 000. No lo sé”. Horas antes, el primer ministro haitiano, Jean-Max Bellerive, había dicho que el número de víctimas puede superar las 100 000.
En tanto, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, dijo anoche que el número de muertos pudiera ser similar al del maremoto de diciembre de 2004 en el sureste Asia, donde perecieron 220 000 personas.
Preval calificó de “catástrofe” la situación creada por el terremoto en el país, donde miles de personas pudieran estar bajo los escombros y los hospitales están saturados de heridos. “El Parlamento ha colapsado. La oficina tributaria ha colapsado. Los hospitales han colapsado. Hay muchas escuelas con cantidad de gente muerta dentro”, declaró Preval al diario The MiamiHerald.
Entre las víctimas se incluyen 23 cascos azules, 11 de ellos brasileños y un argentino, y 14 empleados de las Naciones Unidas. Pero es “muy probable” que esos números se incrementen en las próximas horas, informó Alan Leroy, encargado de las ayudas humanitarias de la ONU.
Aparte de los 11 militares brasileños de la fuerza de la ONU, en Haití también falleció Zilda Arns, la médica sanitarista coordinadora de la Pastoral del Niño de la Iglesia Católica brasileña. Ella trabajaba contra la desnutrición infantil en el país caribeño.
Y John Holmes, subsecretario de la ONU en Asuntos Humanitarios, proporcionó otro dato de la catástrofe: entre 3 millones y 3,5 millones de personas, más de un tercio de la población total, fueron afectados de un modo u otro por el terremoto en Haití.
En tanto, Stefano Zannini, uno de los jefes de la misión de la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) que se encuentra en Puerto Príncipe, relató: “La situación es caótica. Visité cinco centros médicos y un hospital general, la mayor parte del sistema está colapsada, nada funciona. Muchos de ellos están dañados, los cadáveres están por todas partes.
Gran parte de la ciudad está sin electricidad ni teléfono. La gente se reúne en las calles, enciende fogatas e intenta ayudar a sus vecinos. Existe mucha solidaridad entre las personas”.
Escenas similares se repiten en el centro de Puerto Príncipe, totalmente devastado. Los restos de los cadáveres se ven entre las ruinas de las casas: una pareja sorprendida durante su sueño, niñas cubiertas de polvo, mujeres prácticamente desvestidas cuyos ojos siguen abiertos con espanto y numerosos cuerpos carbonizados en el interior de los vehículos.
Los cuerpos que han podido ser rescatados se alinean cubiertos con sábanas en una macabra procesión que hace estallar en llanto a numerosos ciudadanos. “¡Ayúdenme! Mi esposo sigue atrapado aquí dentro. Por favor ayúdenme, sé que está vivo”, solloza una mujer.
En la céntrica calle de Saint Honoré, un hombre cubierto de polvo aguarda en pie desde hace 24 horas rodeado de amigos y vecinos. Pese a los esfuerzos de todos, su pierna permanece atrapada por un carro desde el martes y está casi desvanecido por una probable hemorragia interna.
Los supervivientes vagan desorientados por las calles e intentan rescatar con sus propias manos a los heridos. No hay excavadoras, ambulancias o bomberos circulando. El Estado de este paupérrimo país está también en ruinas como lo atestigua el Palacio Presidencial, dañado por el temblor.