Las debilidades del SOAT
Parecía una decisión lógica y positiva. Contar con un Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) era una buena idea para proteger a las víctimas de una de las causas de muerte de más alta incidencia en Ecuador: los accidentes de tránsito.
Sin embargo, un año ocho meses después de su inicio, el SOAT deja una estela de dudas y problemas. Primero, fueron numerosas las empresas aseguradoras interesadas. Luego algunas se fueron apartando. Era indispensable contar con garantías sólidas que impidieran cosechar los frutos de un jugoso negocio en el primer año -al principio se trataba, potencialmente, de un millón de asegurados-, y luego se buscara una mejor participación según fuera aumentando el cobro de las pólizas. Al inicio se hablaba de una repartición del 78% de los recursos para las aseguradoras y un 22% para el Fonsat.
Surgieron conflictos por los montos de los servicios médicos que los profesionales consideraron bajos. Luego, las clínicas privadas mostraron su descontento porque el pago de facturas se retrasaba. También se criticó a casas de salud que no recibían a los pacientes. En los hospitales públicos estiman que el seguro constituyó un buen negocio para la medicina privada que factura hasta agotar el valor del seguro y remite a los heridos a casas públicas. El monto por gastos médicos se estipula en USD 2 500. En muchos casos la restitución se queda corta y las víctimas o familiares deben peregrinar para recibir la restitución.
La intervención de la Fiscalía buscó bajar la tarifa del seguro. Se habló de la devolución y la rebaja de un 30%, pero ahora se busca dejar insubsistente dicha reformulación, aunque la Superintendencia de Bancos ha negado dicha revisión. Urge una revisión a fondo del sistema.