Entre el 2013 y 2016, en el país se han reportado, al menos, 15 agresiones con químicos. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO.
El sábado fue el cumpleaños de Daysi y en casa de sus padres aún conservan algunas fotografías de esa reunión familiar. “Hizo una cangrejada. Y el lunes por la noche nos avisaron que estaba en el hospital. No he podido ver las imágenes de su cumpleaños; hasta he pensado en borrarlas”, cuenta uno de sus hermanos.
Ese sábado, Daysi cumplió 29 años y dos días después fue atacada con ácido en la puerta del departamento que alquila en una zona popular ubicada en el norte de Guayaquil.
Nelly, la hija mayor de la joven, relata que la noche del lunes una mujer, de cabello lacio y alta, llegó al inmueble y preguntó por su madre. Pidió hablar personalmente con ella.
Cuando se acercó al angosto portal, la sospechosa le lanzó el químico en el rostro y en el pecho. El líquido también afectó a Lisbeth, la menor de sus hijas. La pequeña había acompañado a su madre hasta la puerta.
“Empezó a gritar y la atendieron aquí en la vereda hasta que fue llevada por una ambulancia. Cuando yo llegué vi que le salía humo de la cara y decía que no podía ver”, cuenta Víctor Rogel, dueño de la casa. La agresora huyó y la Policía aún no ha logrado identificarla.
Entre el 2013 y 2016, en el país se han reportado al menos 15 ataques con químicos. Un informe de Naciones Unidas denominado ‘Nuevas expresiones de criminalidad contra las mujeres en América Latina y el Caribe’ advierte que las agresiones con ácido tienden a crecer en la región. “Globalmente pueden afectar a una cantidad relativamente pequeña de víctimas, pero tienen un efecto devastador en ellas”, señala.
Colombia es el país que reporta más casos de este tipo en América Latina. En los últimos seis años se han registrado unas 628 agresiones de este tipo y más del 60% ha sido en contra de mujeres.
En el suburbio de Guayaquil aún recuerdan los gritos de Gilda (nombre protegido), una mujer de 47 años que fue agredida el 29 de julio del 2015.
Los vecinos relatan que esa mañana hubo una pelea en el barrio. Gilda intentaba averiguar quién había golpeado a su sobrina, pero en medio de la discusión una mujer le lanzó un frasco en la cabeza; este se rompió y el líquido recorrió su rostro y la quemó. El ácido carcomió el lado izquierdo de la cara, le quitó el 75% de visión de un ojo y dejó heridas graves en su cuello, en la espalda, pecho y en el brazo derecho.
Estuvo cuatro meses y tres días hospitalizada y ha pasado nueve veces por el quirófano.
Fernando Quintana, coordinador de la Unidad de Quemados del Hospital Luis Vernaza de Guayaquil, explica que este tipo de ataques causa lesiones permanentes. En este año han tratado a tres víctimas de atentados con químicos.
El especialista revela que Daysi tiene quemaduras de tercer grado en el 40% de su cuerpo. Las lesiones son visibles en su cara, cuero cabelludo, cuello, tórax, abdomen, piernas y brazos. El químico además afectó gravemente sus córneas. El porcentaje de pérdida de visión se medirá con un examen oftalmológico.
Su hija Lisbeht, de 6 años, está en el pediátrico Roberto Gilbert. Ahí también permanece Nelly, de 7, quien sufrió ligeras quemaduras en sus piernas.
A Daysi la mantienen sedada. Los médicos señalan que solo así puede tolerar las limpiezas quirúrgicas diarias para retirar el tejido muerto. La siguiente semana estará lista para recibir injertos, pues el ácido es capaz de lacerar la piel hasta seis días después del ataque.
Su recuperación tardará meses, entre cirugías, rehabilitación y consultas psicológicas, un proceso por el que también ha pasado Mónica, quien fue atacada por su expareja el 5 de marzo pasado.
La guayaquileña salió a comprar víveres para una reunión familiar. Estaba acompañada de su cuñada y la menor de sus tres hijas. A su regreso, su exconviviente se acercó por la espalda, la tomó por el cabello y roció un líquido que llevaba en un tarro metálico. Era ácido.
La sustancia quemó el rostro, uno de sus brazos, parte de la espalda, la cadera y sus piernas.
Según la Fundación Internacional de Sobrevivientes de Ácido, cada año se reportan unos 1 500 ataques en el mundo. La mayoría de víctimas son mujeres y niños, principalmente de Bangladesh, India, Camboya, Pakistán y Colombia.
“Hay que controlar más el expendio de ácidos de alta toxicidad. No debería ser de acceso libre; hay normas y deben respetarse”, sugiere Quintana.
Los parientes de Daysi relatan que ella inició una relación hace cuatro meses, pero los familiares del chico se oponían y hubo amenazas. “Decían que la iban a matar, que la iban a atropellar”. Pero Juan Carlos, su actual pareja, duda que su familia esté detrás de esto. La próxima semana, oftalmólogos analizarán a la joven para determinar el daño en sus ojos.