Redacción Cultura
La pintura se le dio desde siempre al artista David Fierro. En su casa siempre hubo pinceles, óleos y telas pues su padre, Carlos Fierro, lleva más de 35 años cultivando el arte plástico. Y cuando, a los 7 años, los doctores le detectaron autismo, David se inclinó aún más por esa manera de expresión en la que la intuición y la sensibilidad son más importantes que la mera lógica.
Ahora, a sus 27 años y a pesar de su enfermedad, David Fierro ha empezado a forjarse un nombre y una carrera en el mundo del arte visual.
Y no es que por ser autista haya algún tipo de consideración especial hacia su trabajo. Chrystèle Thezé, directora cultural de la Alianza Francesa de Quito, donde se mostró el trabajo de David, afirma que la institución aceptó la exposición “porque es un trabajo muy interesante y con proyección. Su propuesta ha sido examinada por un consejo de la Alianza, tal como con cualquier otra muestra”.
La mayoría de los cuadros, trabajados todos al óleo en pequeño y mediano formato, son exploraciones de retratos y autorretratos. “La figura humana, sobre todo el rostro, siempre le ha fascinado”, cuenta su padre. “Cuando se sienta frente a la tela blanca, David es totalmente libre, no piensa en nada, logra liberarse completamente”.
Esa libertad se nota en las tonalidades intensas que usa en su trabajo. Las formas del rostro apenas son reconocibles pero, al contrario, la fuerza plástica de los cuadros se ubica en la armonía y la sensibilidad que expresa la mezcla de colores.
Por lo demás, su trabajo ha recibido buenas críticas como, por ejemplo, la de Carlos Villacís Endara quien, en el catálogo de la muestra, dice: “David trata de matizar sus sentimientos y de presentarlos en forma aparentemente seductora, vivenciarlos con intensidad; gracias a los planos de colores vivos y a la fuerza de los trazos gruesos y lineales”.
Además -añade- la selección de colores y los trazos no se deben al azar, ya que para este pintor con capacidades especiales cada obra es profundamente significativa. Fierro también expuso, en enero, en el Cafelibro