La abogada Alejandra Lana y la presidenta del colectivo Nina Warmi, Cristina Almeida, durante la rueda de prensa del caso, realizada el 21 de agosto de 2019. Foto: Cortesía Nina Warmi
“Hoy me derrumbo, no puedo más y tengo que hacerlo público”. Bernarda se pronunció primero a través de Twitter, el 25 de julio de 2019, y luego, el 8 de agosto, presentó una denuncia en la Fiscalía contra Fernando M., por abuso sexual.
El domingo 25 de agosto de 2019, la Corporación Cultural La Rana Sabia dio a conocer a través de un comunicado que Fernando M. había resuelto separarse del grupo “hasta que se aclare la verdad por vías legales”, con el objetivo de no “afectar el prestigio conseguido a lo largo de 46 años”.
La relación de Bernarda con los fundadores de la Corporación Cultural Rana Sabia era casi familiar. Sus padres trabajaron en proyectos sociales con los titiriteros desde hace más de 30 años. “Nos conocimos por sueños comunes, de trabajar por los niños de la calle, por cambiar el mundo, la sociedad, trabajamos juntos por muchos años. Luego fuimos formando una familia”, cuenta Jaime, el padre de Bernarda.
A inicios de 2012, cuando Bernarda tenía 19 años y estudiaba Antropología, habría recibido la propuesta de ayudar a Fernando M., titiritero de Quito, en una investigación antropológica sobre La Palla, una tradición cultural y religiosa de Alangasí y La Merced. “Él me dijo: ‘Yo te ayudo con tu tesis y tú ayúdame con mi proyecto’”, recuerda Bernarda. La tesis de grado iba a ser sobre el teatro, materia en la que Fernando M. es experto, así que el intercambio parecía conveniente.
La distancia entre el hogar de Bernarda y el centro de funcionamiento de La Rana Sabia, en La Merced (Valle de Los Chillos, al oriente de Quito), era un limitante, pero Fernando M. habría ofrecido que se fuera a vivir en una vivienda de su propiedad. “Siempre tuvimos una amistad permanente. Compartimos sueños, su casa”, dice el padre de la denunciante para explicar por qué él y su esposa habrían accedido a que Bernarda se mudara.
Bernarda habría recibido con sorpresa visitas nocturnas de Fernando M. Al inicio, halagos, que pronto se tornaron en palabras incómodas y no deseadas. La situación habría escalado rápidamente. “Hasta que un día se hizo explícito, intentó besarme, me tocó. Yo lloré y le dije que parara. No lo hizo. Me dijo que si decía algo les diría a mis padres que me he portado muy mal, que soy una ingrata después de tanta ayuda que él me dio. Yo tuve miedo y callé”, cuenta Bernarda en Twitter.
Tras ocho meses, Bernarda relata que huyó de ese lugar. Dos intentos de denuncia iniciales que habría realizado no avanzaron, debido a que en la primera le habrían pedido pruebas físicas, como fotos o videos, y en la segunda, una trabajadora social habría cuestionado el hecho debido a la avanzada edad del supuesto perpetrador.
Bernarda dice que suspendió sus estudios universitarios y abandonó la ciudad. Poco a poco, con el apoyo de sus padres y seres queridos y con el acompañamiento sicológico, narra, retomó su vida. Hace poco, volvió a la universidad y está a días de defender su proyecto de titulación, sobre el teatro en la calle.
Tras la denuncia pública en la red social, el colectivo de defensa a las víctimas de violencia de género Nina Warmi se contactó con Bernarda para ofrecerle asesoramiento legal. Junto al estudio Jurídico LEX & Laboral/Penal se convirtieron en los representantes legales del caso.
Cristina Almeida, presidenta del Colectivo Nina Warmi, sostiene que los abogados estudiaron el caso. “Nos basamos en la afectación sicológica y física. Es una mujer muy agradable, lúcida, tranquila; sin embargo, tiene que tomar tratamiento farmacológico, tiene terapia sicológica. Es evidente el daño, la afectación que ella presenta después de haber sido abusada y violada”, dice Almeida.
El miércoles 21 de agosto de 2019, el Colectivo Nina Warmi y el estudio Jurídico LEX & Laboral/Penal convocaron a una rueda de prensa para dar a conocer que se presentó una denuncia penal, la cual no conlleva ningún beneficio para la denunciante, más que la búsqueda de justicia. Además, en ese espacio, Almeida animó a otras posibles víctimas a sumarse a esta denuncia.
Bernarda asegura que conoce de primera mano a otras dos personas que habrían sido abusadas sexualmente. Además, relata que después de romper el silencio en Twitter, cuatro personas más le escribieron por mensaje interno para decirle que también habrían sido víctimas. Las seis personas habrían pedido anonimato.
“El solo hecho de que haya la sospecha de que somos más, me hizo reaccionar y decir que no me hago para atrás, sigo con este tema. Hemos sigo algunas mujeres que hemos pasado por esto, quiero continuar con este proceso de búsqueda de justicia”, dice Bernarda.