Susana Reyes suma más de 45 años de recorrido dancístico en la escena artística del Ecuador. Es, además, coreógrafa y gestora cultural. Foto: Cortesía Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Susana Reyes es, quizá, una de las danzantes con más sensibilidad en el Ecuador. Ella, quien vio la luz en el Centro Histórico de Quito y se crió con más de 60 lavanderas en la calle De los Milagros, construye un legado latente de 45 años de danza en la escena nacional pero, sobre todo, un aporte social que, a través del movimiento, reivindica el espíritu de la mujer.
La Casa de la Danza -institución que Reyes fundó en 1991- pondrá en escena un homenaje al recorrido de la bailarina, precursora de la danza butoh de los Andes, que se iniciará con una gala dancística internacional con dos funciones de la obra ‘Aleluyah en Butoh‘: 13 y 14 de marzo del 2019, a las 19:00 en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Además, se han programado talleres inclusivos, la presentación de un video-documental ‘Susana Reyes, bitácora de vida, amor y danza‘ y el libro ‘Susana Reyes. La Danza Butoh de Los Andes o La Danza de la memoria -Trascendencia de un arte Libre y Liberador”.
La sala Benjamín Carrión de la CCE fue el escenario en el que el miércoles (27 de febrero del 2019) Susana hizo un repaso a la memoria de su trayectoria, también conversó con este Diario sobre su trabajo con la comunidad, sobre todo, con las mujeres.
Susana Reyes durante el diálogo íntimo con amigos, artistas y medios de comunicación el miércoles 27 de febrero del 2019. Foto: Cortesía Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Para Susana, mirar al pasado le permite entender con lucidez que su vida en la danza no ha sido un hecho aislado, sino que se ha articulado a través de la realidad y el dolor colectivo. Su primer encuentro con la danza la sitúa en 1971, cuando ingresó al grupo folclórico del colegio 24 de mayo, para después profesionalizarse en talleres de la CCE y el Instituto Nacional de Danza. Allí, en 1974, dio sus primeros pasos como coreógrafa, cuando dictó su primer Taller Popular de Danza.
La primera obra que vio la luz en la carrera de Reyes fue ‘Lavanderas’, una radiografía dancística que refería a un oficio centenario en la capital y que la devolvía a sus raíces, cuando de niña creció con un grupo de mujeres creadoras, luchadoras.
También hizo teatro y tomó el espacio público. No era fácil. Lo hacía en una América Latina dolida de dictaduras. Fundó Cenda y Quebradanza, colectivos dancísticos en los que se descubrió con la vivencia andina.
Si hay un año que marcó el caminar de Susana, es 1984. Fue invitada a bailar en Nueva York, epicentro de la danza contemporánea, y entre sus múltiples actuaciones, Moti Deren la vio.
Susana Reyes y Moti Deren llevan 35 años uniendo la música en la danza y compartiendo su vida. Foto: Cortesía de la Casa de la Cultura Ecuatoriana
“La observé por primera vez en el teatro La MaMa (Nueva York), me causó una profunda conmoción, sin saber que mi alma estaba reconociendo el amor y a la compañera de mi vida. He acompañado sus sueños (ella los míos), nos hemos proyectado al mundo y he abrazado sus quebrantos…”.
Moti Deren y Susana no se separaron más. Unieron su arte, ella con la danza; él con la música.
Susana, conmovida por las palabras de su compañero, dice: “Arribar a este aniversario me ha significado mirarme y reconocer que mi vida en la danza ha sido como un torrente que no se ha detenido en escarbar la tierra, como un incesante vuelo del pájaro he buscado un arte libre y liberador. Después de 45 años, de los cuales 35 los he caminado junto al inefable amor y la música de Moti Deren, me miro, y reconozco mi vida en la danza, este fue mi camino”, dice Reyes.
Para Susana, la danza ha dejado de ser una representación; ha transmutado en una búsqueda del ser. Y eso mismo transmite la danza butoh que, si bien resalta su génesis en la Japón de la posguerra, Reyes la ha convertido en una extensión andina.
Mujeres en la Danza es uno de los proyectos más importantes que la artista ha impulsado durante 13 años consecutivos, pero también la creación de una plataforma especial para mujeres con dos circuitos anuales de talleres: Itinerancia por la Vida, en marzo, e Itinerancia por la No Violencia, que, según dice, tienen como objetivo raíz formar promotoras de la autoestima.
La primera obra que vio la luz en la carrera de Reyes fue ‘Lavanderas’, una radiografía dancística que refería a un oficio centenario en la capital. Foto: Cortesía Casa de la Cultura Ecuatoriana
“Estos talleres son un reencuentro con la esencia, un inicio para que todas las mujeres entendamos lo que somos y lo que valemos, una liberación del miedo”, comenta una mujer, participante de uno de sus talleres, en un video proyectado la noche del 27 de febrero en la CCE. Otra alumna, con lágrimas en los ojos, dice: “Le doy gracias, Susana, sus palabras han sido para mí lo mejor que me ha podido pasar. Hoy, que es el mismo día en el que nací del vientre de mi madre, he querido recuperarme. Hacer este renacimiento en mi vida…”.
En este 2019, en el que la violencia de género ha tenido mayor visibilización –pese a que siempre ha existido- Susana dedica su arte a la lucha por la reivindicación de la mujer, que también la ha tocado porque ha vivido de cerca la violencia.
“Creo que la vida es construida por hombres y mujeres. Tenemos que volver a darnos la mano, volver a amarnos”, cuenta. “Llamo a ese sanar de la mujer, al reencuentro del ser humano. Puedo decir, y lo digo sin temor, que conocí la violencia en muchas formas, quizá en todos sus rostros pero he podido hacer un camino de reconstrucción. Y por eso, porque yo misma lo he vivido y porque me crié en un grupo con mujeres dolidas, pongo mi grano de arena a través de mi arte”.
Piensa un momento y, frente a la sala, con un público que la observa fijamente, se confiesa como una mujer redimida. “Creo que una sociedad nueva, una sociedad equilibrada no se va a poder construir mientras exista una herida en el alma humana. Esta herida que venimos acarreando los humanos desde muy atrás, herida que es un poco más grande en la mujer. Creo que para que nuestra sociedad realmente se restablezca, se reconstruya, hay que sanar el corazón”.
La realización para Susana no es un fin, es un acto diario. Este nuevo ciclo llega con nuevas metas. Ella espera fundar la Primera Escuela Latinoamericana de Formación de Promotoras del Autoestima a través del movimiento y el saber ancestral, fundar la Central Latinoamericana de Butoh, consolidar el Museo de Danza Ecuatoriano. Además, le ha vuelto a llamar el trabajo con los niños. Se termina una etapa, pero Susana sigue soñando.