No han dejado de decir cosas o de indignarse; solo han dejado de hacerlo en público, por su cuenta o a través de los medios. En los tiempos que corren, los artistas ecuatorianos, en general, han quedado reducidos a polemistas de Facebook.
Encerrados en sus torres de marfil, rumian sus angustias e inconformidades con el sistema en su ‘metro cuadrado’. ¿Por qué? Lo averiguamos hoy (9 de febrero de 2015) en La Movida Cultural, junto a los periodistas de la cultura y espectáculo Damián de la Torre (La Hora) y Flavio Paredes Cruz (EL COMERCIO).
Como la excepción que confirma la regla está, por ejemplo, el actor Christoph Baumann, ya entrevistado recurrente en los medios para tratar temas incómodos de la cultura, las artes o la política en el país. ¿Qué los hace estar tan silenciosos? Hay quienes sostienen que es el miedo a meterse en problemas con el poder y perder acceso a fondos y auspicios.
Lo cierto es que hace un par de semanas, cuando se anunció un convenio entre la Universidad de las Artes y la Slade School of Fine Art de la Universidad de Londres, de seis artistas requeridos para opinar sobre este hecho –de carácter más bien administrativo– solo la artista guayaquileña Larissa Marangoni aceptó a pronunciarse y decir que a su parecer el proyecto de la Universidad de las Artes está “dilatado”.
Otros, que no quisieron hablar sobre el tema, recomendaron tampoco insistir con ciertos colegas suyos, pues están a la espera de la confirmación de si tendrán una cátedra en esa institución.
Que los artistas, seres pensantes, iconoclastas y confrontadores por antonomasia estén callados, está diciendo algo del clima social que vivimos.