La Revista Anales, fuente de datos durante 136 años

A la derecha, los números 374 y 376, correspondientes a los años 2016         y 2018. Fotos: Archivo Biblioteca Universidad Central

A la derecha, los números 374 y 376, correspondientes a los años 2016 y 2018. Fotos: Archivo Biblioteca Universidad Central

Primero y segundo número de Anales, correspondientes a marzo y a abril de 1883. Foto: Archivo Biblioteca Universidad Central

“La Universidad de Quito, que de muy antiguo ha gozado de justa fama, se presenta hoy al mundo llena de vida y lozanía juvenil, cual si no hubiese estado más de dos años rodeada de sombras de muerte. Una de las elocuentes pruebas de la poderosa fuerza y abundante savia vital con que se levanta de su tumba es la fundación de la Revista, cuya publicación empieza con este número”. Así dice la primera página de la revista Anales de la Universidad de Quito, publicada en marzo de 1883, mientras era rector Camilo Ponce Ortiz, uno de los más importantes dirigentes conservadores de la época garciana, que dirigió la casona universitaria. A partir de 1880, graves vejámenes debidos a problemas políticos habían llevado a la Universidad Central de Quito al borde de su clausura definitiva.

La revista, quizá una de las pocas que se mantienen de forma ininterrumpida hasta nuestros días a escala nacional, es una de las ediciones más valiosas a nivel cultural y ha reflejado de manera permanente el avance en materia de educación universitaria desde 1883 hasta la fecha, convirtiéndose en una inagotable fuente de consulta para todo investigador que busque datos sobre el Ecuador en los más variados temas de carácter jurídico, social y científico.

En ninguna otra publicación el estudioso podrá encontrar tanta información sobre una época en la que supuestamente no había investigación de ninguna naturaleza. Su calidad contrastaba con los graves errores cometidos por gobiernos como el de Ignacio de Veintemilla con la promulgación de la Ley de Instrucción Pública, dada por la Asamblea Nacional, reunida en Ambato en 1878, mediante la cual había plena libertad de estudios para todos aquellos que deseaban ingresar a estudiar en la Universidad Central. Si los alumnos querían acudir a las clases lo hacían, caso contrario, bastaba que se presentaran a rendir exámenes cuando supuestamente terminaban de estudiar una materia, para lo cual simplemente hacían una petición al Rector para que dispusiera a un profesor tomar los exámenes, a los que casi nunca asistían los interesados sino que enviaban a sus delegados para que lo hagan por ellos, previo el pago de una elevada suma de dinero. ( A. Tapia, Datos biográficos del Dr. Asencio Gándara, rector de la Universidad Central del Ecuador 1880-1883; 1897-1901. Inédito, p. 22)

A la derecha, los números 374 y 376, correspondientes a los años 2016 y 2018. Fotos: Archivo Biblioteca Universidad Central

Esta situación fue tan negativa para la universidad y más aún para la formación de profesionales, sobre todo médicos, quienes “ni siquiera se atrevían a tocar a los enfermos por temor a contagiarse, puesto que habían aprendido medicina solo en láminas, porque así lo permitía la ley de educación de Veintemilla…” (Guijarro, Jeremías, El Quito de finales del siglo XIX, (folleto), Hemeroteca BAEP, s/e, p. 18).

Los profesores universitarios tenían tal facilidad para convertirse en docentes conforme lo señalaba el Art. 61: “Para la provisión de las cátedras de enseñanza superior, se rendirá examen ante la Facultad respectiva en la forma prescrita por el Art. 47. Toda cátedra vacante se pondrá en concurso de oposición, con las formalidades que determina el reglamento general.

Art. 47.- El examen a que se refiere el artículo anterior se dará en dos días diferentes: en el primero, se examinará al pretendiente por espacio de dos horas sobre las materias que haya de enseñar; y en el segundo, dará una lección oral de media hora sobre un tema sacado por suerte y preparada en seis horas, con el auxilio de libros y en incomunicación.

1º No necesitan dar examen para obtener el título de profesores los que hayan dirigido diez años, u obtenido por oposición una cátedra de la materia que hubieren de enseñar (…), los extranjeros que enseñen por contrato, y los que ­enseñen lenguas vivas, música y dibujo.

2º Los profesores de enseñanza superior y secundaria, en propiedad, durarán en su destino por todo el tiempo de su buena conducta” (Revista Anales, Nº 1, 1883, Imprenta del Gobierno p. 51. Biblioteca Histórica UCE)

“Anales no será una publicación extraña a la política; pero se entiende a la política considerada como ciencia y en sus relaciones íntimas con la vida y suerte de los pueblos, no en sus manifestaciones banderizas y ardientes polémicas personales: esto sería cultivar elementos de discordia y disolución entre los maestros y entre los estudiantes. En esta materia, el número con el que hoy damos principio al periódico es una excepción, la que se justifica muy bien, si se fija la atención en la injusticia y el despotismo con se degradó a la Universidad; en los bárbaros ultrajes de que fueron víctimas sus alumnos; en el ardiente entusiasmo y el valor con que estos han contribuido a las victorias que han traído por consecuencia el derrocamiento de la Dictadura en el interior de la República…” (Ibíd.. p. 2)

Este número inicial contiene además el texto de la primera manifestación de protesta contra el gobierno de Veintemilla por parte de estudiantes y profesores que unidos declararon la primera “huelga” universitaria que se dio en el Ecuador, algo que en estas circunstancias nunca más se ha dado en la historia nacional. Por tal manifestación fueron vejados y ultrajados tanto alumnos como docentes, llegando al extremo de que todo el cuerpo de maestros de la universidad presentó su renuncia, siendo respaldados por los pocos alumnos, ya que en su mayoría se habían retirado acogiéndose a la absurda libertad de estudios. Los pocos que acudían al llamado de sus antiguos maestros fueron perseguidos y asediados por fuerzas militares y políticas afines al gobierno de la Dictadura.

El rector Camilo Ponce invita a los más connotados intelectuales, escritores, historiadores y poetas de su tiempo a escribir en la revista universitaria. Uno de ellos, Honorato Vásquez, señala: “Cuenca, abril 14 de 1883. Sr. Dr. D. Camilo Ponce, Rector de la Universidad de Quito: He recibido la apreciada comunicación de fecha 7 de abril, en la que, noticiándome: US, del acuerdo por el Consejo General de Instrucción Pública ha creado la revista mensual titulada Anales de la Universidad de Quito, se sirve US, invitarme a colaborar en tan distinguida publicación.

“No es una vana fórmula de modestia, sino la convicción de mi escasez de merecimientos lo que hacen ver como inmerecida la distinción que se me ha favorecido. La acepto con gratitud, y procuraré cumplir cuanto esté a medida de mis pobres alcances, para satisfacer las indicaciones de US.

Antes de concluir, séame permitido felicitarle por la rehabilitación de esa Ilustre ‘Universidad, tan dignamente presidida, y ofrecerle las respetuosas consideraciones con que de US, me suscribo agradecido y atento” (Archivo histórico de la UCE. Cartas y comunicaciones. Rectorado, 1883)

A partir del número 2, publicado en abril de 1883, Anales se convierte en el verdadero testimonio científico y cultural universitario, siendo los primeros articulistas Elías Lazo con sus ‘Lecciones de Legislación’; el padre Luis Sodiro con ‘Ojeada sobre la vegetación ecuatoriana’; Miguel Egas, con ‘Observaciones médicas’ y Quintiliano Sánchez con su desconocido ‘Canto al Cotopaxi’.

*Doctor en Historia. Académico y autor de varios libros.

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